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De acuerdo con un reciente informe publicado por la ONU, 2018 es el año que se cobra más víctimas menores en zonas con conflictos armados desde que la entidad tiene registro. El último Informe Anual del Secretario General sobre Niños y Conflictos Armados expone la gravedad de la problemática: más de 24.000 menores han sido privados de sus derechos fundamentales como la educación y han sido secuestrados, agredidos sexualmente, reclutados, mutilados algún miembro de su cuerpo o asesinados. 

Las cifras invitan a la reflexión, a la búsqueda de estrategias que hayan evidenciado erradicar esta situación y que favorezcan la mejora de la calidad de vida de los niños y niñas y, sin lugar a dudas, apela a la acción por parte de la comunidad internacional. Durante el pasado año 2018, más de 12.000 niños fueron víctimas mortales o sufrieron alguna amputación en un conflicto armado. Las principales causas son el bombardeo en las ciudades, fuego cruzado, mina antipersona y la explosión de bombas, de acuerdo con la información de euronews. Más de 7.000 fueron reclutados a la fuerza.

Además, una nueva estrategia de ataque y violencia hacia los menores se lleva cada vez más a cabo: la destrucción de escuelas para un mayor control y manipulación sobre niños  cada vez menores. Siendo la educación la puerta hacia la libertad, las futuras comunidades de países como Afganistán, Siria y Yemen – los más castigados- se verán definitivamente definidas por estas violentas acciones, teniendo especial incidencia en las niñas. De acuerdo con las palabras de Virginia Gamba, representante especial de la ONU para la Infancia y los Conflictos Armados, “si destruyes colegios estás destruyendo oportunidades y para las niñas (la educación) es fundamental”. 

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