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La noticia de la muerte de Alexandra Măceșanu, una joven de 15 años, indignó a Rumanía el pasado fin de semana. Tal y como recoge euronews, la joven desapareció en el sur del país el pasado jueves y el mismo viernes consiguió ponerse en contacto con el servicio de emergencias para informar de que había sido secuestrada y agredida sexualmente por un hombre. En la llamada relató detalles del entorno para que la pudieran localizar. A pesar de sus esfuerzos, la policía tardó 19 horas en hallar su ubicación y cuando llegaron, la joven ya había sido asesinada.

El autor confeso del crimen, un hombre de 65 años, también ha confesado su implicación en la desaparición de una joven el pasado mes de abril. Ante la evidente ineficacia de la policía, Bucarest llenó sus calles de manifestantes durante el fin de semana. El Jefe de Policía dimitió y el Presidente del Gobierno admitió públicamente el fallo del sistema, pero ya era tarde. El grito de protesta hacía responsables de la muerte de la joven también a la policía. 

De acuerdo con las palabras de la organizadora de la protesta Veda Popovici, “en esta situación, la policía mata. Las instituciones del Estado no hacen nada, día a día también lo podemos ver en situaciones concretas como esta. No son capaces de tomar ningún tipo de postura de solidaridad para proteger a las personas amenazadas o vulnerables”. 

Alexandra no es la primera víctima a la que el sistema ha fallado. Por ello, además de exigir mayor protección por parte de los servicios de seguridad del estado, es necesario que entre todos y todas contribuyamos no solo a denunciar conductas ya observadas sino a adoptar una actitud de prevención ante cualquier situación que nos resulte sospechosa. La eficacia de las conductas bystander intervention permite que entre todos y todas avancemos hacia comunidades más seguras y solidarias.

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