Desde 2014, la Office of Sex Traffcking Intervention Research de la Arizona State University lidera una investigación sobre jóvenes sin hogar víctimas de trata con fines de explotación sexual en Arizona, EE. UU.
La investigación, dirigida por la profesora Dominique Roe-Sepowitz, con la colaboración de las investigadoras Kristen Bracy y Kimberly Hogan, explora cómo las experiencias de vida de adultos jóvenes sin hogar de Arizona incrementan el riesgo de sufrir trata de seres humanos. El estudio se realiza en colaboración con diversas ONG de Phoenix y Tucson que intervienen con personas sin hogar y está financiado por el McCain Institut.
El equipo de investigación ha desarrollado una encuesta sobre las experiencias juveniles (YES Survey) que permite recoger información exhaustiva sobre los perfiles, factores de riesgo, situación de sinhogarismo, las posibles experiencias adversas que hayan podido sufrir los y las participantes en su infancia y si han sufrido trata con fines de explotación sexual o laboral.
Recientemente se han publicado los datos de la encuesta realizada en 2018 en la que han participado 178 jóvenes. La media de edad fue de 20,8 años. El 50,8% de los participantes se identificaron como hombres, el 41,3% mujeres, el 3,9% transgénero y el 3,4 se identificaron como genderqueer, two-spirit o non-conforming. El 45,8% de los participantes se identificaron como homosexuales y el 39,7% como LGTBQ. De media, los participantes experimentaron por primera vez sinhogarismo siendo menores de edad, con 16,3 años y estuvieron sin hogar al menos en cuatro periodos diferentes de sus vidas. Estas experiencias extremas de vulneración de sus derechos humanos les situaron en una situación de riesgo de sufrir posteriores victimizaciones.
De los 179 participantes adultos jóvenes sin hogar, 62 (34,6%) indicaron haber sufrido trata con fines de explotación sexual y 55 (30,7%) explotación laboral. 37 (20,7%) participantes revelaron haber sufrido explotación sexual y laboral. Los datos muestran que la mayoría de los y las jóvenes fueron explotados sexualmente cuando eran menores, a una edad promedio de 17,1 años. El 87,1% de las víctimas habían sido forzadas, coaccionadas o engañadas por proxenetas (87,1% de la muestra), quienes se aprovecharon de su necesidad de alojamiento (4,8% de los casos), de su insuficiencia económica (46,8%) o de la falta de acceso a alimentación (27,4%).
El 50% de las víctimas de explotación sexual afirmó que los proxenetas habían empleado medios tecnológicos para facilitar su comercialización. En el 32,3% de los casos, los proxenetas emplearon un Smartphone para anunciar a las víctimas, en el 22,6% usaron las redes sociales, concretamente Facebook, y en el 12,9% de los casos, páginas webs de citas y ligue.
Más de la mitad de los y las participantes han sido diagnosticadas con algún problema de salud mental (n = 123, 68.7%). La mitad indicaron que se habían autoinfligido algún tipo de daño, como cortarse (35,2%) o beber alcohol en exceso (20,1%). La mitad habían consumido drogas (n= 102, 57%). Indicaron también haber experimentado previamente en sus trayectorias de vida problemas escolares, maltrato infantil, abusos sexuales, acoso escolar, violencia en el noviazgo, haber estado bajo la tutela del estado y/o haber estado implicados en el sistema de justicia juvenil.
Un aspecto interesante de la investigación es que con los datos obtenidos se pueden contrastar cuantitativamente las experiencias de los y las jóvenes sin hogar que han sufrido trata laboral o sexual con los que no. Esto permite estimar las probabilidades para los y las jóvenes sin hogar víctimas de trata con fines de explotación sexual de experimentar otras vulneraciones, características o factores de riesgo. Los datos indican que este grupo de víctimas tiene el doble de probabilidades de ser LGTBQ, el triple de probabilidades de indicar una drogodependencia y de participar en comportamientos autolesivos, cuatro veces más posibilidades de haber sufrido violencia en el noviazgo o sufrido abusos sexuales siendo menores de edad, y hasta ocho veces más posibilidades de sufrir explotación laboral.
Estos datos ponen en evidencia la complejidad de situaciones y vulneraciones que sufren algunos jóvenes sin hogar en Arizona, y su relación con la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Asimismo, muestran la conexión existente entre la trata laboral y sexual, un tema emergente de investigación.
Por último, estas investigaciones pioneras ponen sobre la mesa los desafíos para la detección e identificación de víctimas, y la necesidad de revisar los indicadores de evaluación de riesgo de las personas sin hogar para arrojar luz sobre las experiencias de victimización, explotación sexual y laboral que pueden estar afrontando, no solo en EE. UU., sino también en Europa.
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