Uno de los retos vigentes en salud pública es la promoción, mantenimiento y mejora del bienestar de la población de más edad por el desafío que supone el envejecimiento de la población. Es por ello que un estudio del departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid analiza los factores que más influyen en el bienestar mental de las personas mayores a partir de delimitar el concepto de bienestar subjetivo y los determinantes en las personas de edad avanzada, según publica la agencia Sinc.
El estudio publicado en el Journal of Happiness Studies se realizó a través de diferentes grupos focales en que participaron 117 personas mayores de 80 años, de las que el 73,5% fueron mujeres, quienes discutieron sobre su bienestar subjetivo y las dimensiones que contribuían a su mantenimiento o mejora. A partir de sus perspectivas se establecieron cuatro dimensiones en el bienestar subjetivo: funcional, social, personal y ambiental. La dimensión psicosocial fue, con diferencia, la más repetida en todos los grupos focales como clave para el bienestar subjetivo, pues mantener relaciones cercanas, compartir experiencias interesantes con amistades o participar en actividades inspiradoras y fructíferas en el propio entorno sociocultural fueron los ejemplos que más se repitieron en relación con la promoción de efectos beneficiosos en el bienestar subjetivo.
Así pues, estos resultados resaltan que la participación en la comunidad y las interacciones de calidad juegan un papel decisivo ya que generan y promueven sentimientos de aprecio, conexión y apoyo. Por lo que potenciar ser una persona socialmente comprometida y la participación en la comunidad aporta efectos positivos sobre el bienestar subjetivo, lo que hace que sean objetivos importantes en estas edades, especialmente en aquellos individuos con una red social limitada o que reporten sentimientos de soledad.
En palabras de la investigadora principal del estudio, Elvira Lara, “Además de promover el sentido de pertenencia al grupo y la comunicación, el compromiso social proporciona sentimientos de competencia y solidaridad y fomenta la autoestima”.
Y cómo conseguirlo, en parte, lo podemos encontrar en los resultados de otra investigación publicada en Research on Ageing and Social Policy, que analiza el impacto de la participación de los y las abuelas en una Comunidad de Aprendizaje. Sus conclusiones apuntan que las personas mayores que participan como voluntarias en una escuela que implementa actuaciones educativas de éxito aportan beneficios, tanto en forma de una mejora educativa y social en el centro escolar y de su alumnado, que podrían ser sus nietas o nietos, como en una mejora en la autoestima y la calidad de vida de las abuelas y abuelos que participan, al dotar sus vidas de mayor ilusión y fortalecer el sentimiento de solidaridad, imprescindible en todo ser humano.
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