El pasado 15 de marzo tuvo lugar el atentado en la ciudad de Christchurch, en Nueva Zelanda. Cuando ocurren situaciones de este tipo, suele haber vídeos de lo ocurrido navegando por Internet. Esto mismo es lo que ocurrió ese día: vídeos en directo del atentado en las plataformas de Youtube y Facebook, algunos con la intención de difundir la ideología del atacante. Ambas plataformas han sido acusadas de no haber retirado con más eficacia esos vídeos que pueden resultar una falta de respeto para las víctimas y hacen un nulo favor a la sociedad.
Ante la acusación, las dos grandes plataformas de Internet se han defendido argumentando que su moderación fue la mejor posible dada la gran cantidad de vídeos que tienen ambas. Pero no todo es negativo. Youtube había tratado de mantenerse al tanto de la cantidad de vídeos para expulsar a los usuarios y usuarias espectadoras y así permitir que los sistemas de automatización eliminaran más vídeos al instante. Ante el volumen sin precedentes de vídeos compartidos, se llevaron a cabo una serie de pasos como el rechazo automático de imágenes de la violencia de lo ocurrido, la suspensión temporal de los filtros de las búsquedas por fecha y asegurarse de que las búsquedas de este caso obtuvieran resultados de fuentes de noticias autorizadas.
Aún así, ningún medio, autorizado o no, debería ser cómplice de los ataques violentos, sean del tipo que sean. Medios, plataformas y redes sociales tenemos la responsabilidad de posicionarnos frente a un caso de violencia y rechazarla. Así que, ¿por qué realizar un enfrentamiento entre medios y plataformas cuando lo más beneficioso para la sociedad sería que nos posicionáramos al lado de las víctimas, apoyándolas y rechazando cualquier acto de violencia?
Insistimos, una vez más, en el rechazo de la violencia y la importancia del posicionamiento de medios y plataformas, pues serán un factor decisivo en el impacto que tendrá en la sociedad.
