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La libertad de las mujeres conseguida tras años de reivindicaciones consiste en decidir libremente con quien tenemos relaciones, de qué modo queremos educar a nuestras criaturas, cómo queremos cuidar nuestros cuerpos, a qué y con quién queremos dedicar nuestro tiempo libre, cómo queremos vestirnos, etc. Cuestiones que parecen fundamentales pero que muy frecuentemente se ven atacadas o menospreciadas incluso por parte de mujeres que han tenido experiencias distintas o que sencillamente se creen con el derecho de opinar sobre la libertad de las otras. 

Muchas son las mujeres que se sienten reiteradamente atacadas por su físico, por su forma de educar, por sus relaciones, por su dedicación al trabajo bajo la insinuación de que “son malas madres” “malas esposas” “malas mujeres” porque no cumplen con los estereotipos que tradicionalmente se les han atribuido. Socialmente e individualmente desde el feminismo se precisa un posicionamiento y una respuesta ante tales insinuaciones para proteger el derecho de toda mujer a su libertad, por lo que ante cuestionamientos solo existe la opción de sumar ataques perpetuando así la violencia machista , o posicionarse en contra, sea de quien sea el ataque para defender la libertad de la mujer, sea quien sea la mujer.

 

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