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 Así lo consideran tanto la opinión pública como los medios de comunicación de masas.  Una prueba fehaciente la hallamos en el hecho de que la próxima paternidad de Al Pacino, a los 83 años de edad, no ha despertado ni de lejos la repulsa que ha merecido la maternidad subrogada de Ana Obregón, de 68 años. Con independencia de mostrarse a favor o no de la subrogación maternal, lo que ha provocado indignación ha sido que una mujer sexagenaria se haya atrevido a otorgarse un recién nacido.

El significado de semejante diferenciación es que, en la crianza, se tiene por mucho más importante y necesaria la presencia de la madre que la del padre. Se hace patente, en consecuencia, la persistente desigualdad de roles entre hombre y mujer en el seno de la familia. Es la madre la que mayormente cuida de sus descendientes, de manera que lo esencial es que sea ella la que viva lo suficiente para criarlos, amarlos y verlos crecer hasta que se hagan adultos como mínimo. 

En los dos casos citados, Pacino y Obregón, no parece probable que el actor siga con vida hasta la edad adulta del hijo que espera su actual pareja, y sin embargo, no se le reprocha su tardía paternidad. Queda claro que él no es indispensable, como sí lo es Obregón. Una mujer a la vez abuela, dado que el bebé desciende de su difunto hijo, y madre, por un embarazo subrogado.

El patriarcado, la desigualdad entre mujeres y hombres se evidencia con diversas formas, en diversas circunstancias. La actriz y el actor mencionados aparecen como paradigmas.

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