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China fomenta sus políticas en pro de la natalidad ofreciendo ayudas como créditos fiscales y de vivienda, beneficios educativos y dinero en efectivo con la condición pero de que las mujeres estén casadas y constituyan una familia siendo padre y madre, lo que impide o dificulta que las mujeres solteras consigan tener criaturas y formar sus familias. Un requisito que resulta cada vez menos atractivo para las mujeres independientes que, en algunos casos, prefieren ser madres solas.

Según The New York Times, los bebés nacidos de madres solas en China llevan mucho tiempo luchando por recibir prestaciones sociales como seguro médico y educación. A las mujeres solteras y embarazadas se les suele negar el acceso a la sanidad pública y a los seguros que cubren la baja por maternidad. No están protegidas legalmente si los empleadores las despiden por estar embarazadas.

Los incentivos ofrecidos por el gobierno a las nuevas madres no contribuyen mucho a revertir la crisis demográfica, sobre todo teniendo en cuenta que la tasa de nupcialidad en China disminuye constantemente. La política nacional de planificación familiar de China no establece explícitamente que una mujer soltera no pueda tener hijos, pero define a la madre como una mujer casada y favorece a las madres casadas. Los pueblos ofrecen primas en metálico a las familias con nuevos bebés. Decenas de ciudades han ampliado el permiso de maternidad y han añadido un mes más para las madres casadas por segunda o tercera vez. Una provincia del noroeste de China está estudiando incluso la posibilidad de conceder un año completo de permiso. Algunos han creado “descansos para la crianza de las criaturas” para las parejas casadas con bebés. Mientras que las mujeres que crían a sus hijos e hijas solas siguen pidiendo medidas que las ayuden a poder sostener su familia sin tener que casarse o juntarse con un hombre.

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