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Según apunta The Guardian, en los últimos tres años, dos bebés nacidos dentro de prisiones inglesas han muerto. En septiembre de 2019, una mujer dio a luz sola en su celda y el bebé murió. En julio de 2020, nació un bebé muerto en otra prisión inglesa. Lo que evidencia que las prisiones no son espacios seguros para mujeres embarazadas, teniendo en cuenta que hay regiones y países que además no tienen prisiones exclusivas para mujeres como es el caso de Gales.

La mayoría de las 22 mujeres encuestadas por las periodistas de The Guardian estaban en prisión porque se les había retirado la libertad condicional, lo que significa que al final de un período de prisión fueron puestas bajo supervisión de libertad condicional durante un año, pero luego violaron sus condiciones de libertad condicional y fueron enviados de vuelta al interior. Algunas de estas “infracciones” incluyen una cita de libertad condicional pérdida, cambio de dirección y hurto en tiendas (en este caso, cometido por una mujer que tenía 30 semanas de embarazo y no tenía hogar, vivía en un estacionamiento; fue devuelta a prisión por 11 semanas).

Dos mujeres se encontraban en prisión preventiva, en espera de su juicio. El delito más común fue el hurto. Cuatro estaban allí por delitos de drogas. Otros delitos incluyeron fraude, perjurio y robo. Cinco de las mujeres fueron enviadas a prisión en una etapa muy avanzada del embarazo: tres a las 36 semanas, una a las 35 semanas y una a las 30 semanas.

Algunos países como Rusia, Brasil, México y Colombia ya cuentan con leyes para evitar que las mujeres embarazadas vayan a prisión. Los tribunales ingleses pueden utilizar alternativas al encarcelamiento para mujeres embarazadas. Si, en cambio, recibieron órdenes comunitarias, el servicio de libertad condicional las ayudaría a acceder a apoyo, formación, educación y asesoramiento en los centros para mujeres, que ofrecen apoyo en un entorno no punitivo. Se ha demostrado que este tipo de apoyo es efectivo para ayudar a las mujeres a cambiar vidas que antes eran caóticas.

Existen actualmente opciones residenciales no punitivas, en la línea de comunidades terapéuticas como Jasmine Mother’s Recovery en Plymouth y Phoenix Futures en Sheffield. El trabajo que hacen es salvar vidas. Es aceptar, no juzgar. En este entorno exclusivamente femenino, las mujeres encuentran protección contra la violencia doméstica, se cuidan a sí mismas unas a otras, a sus criaturas al nacer y en su crecimiento. Reciben formaciones por parte de personas altamente calificadas y asesoramiento grupal, que ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la adicción.

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