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Cuando se trata de la violencia de género, cualquier iniciativa basada en evidencias científicas con impacto social podría ser una alternativa de apoyo más para luchar en contra de este gran problema social. Actuaciones de éxito como el Club de los Valientes ya ha demostrado tener impacto en el alumnado más joven. 

En el artículo A Collaborative Community College Sexual Violence Prevention and Response Effort: Climate Study Results to Assess Impact, publicado en la revista científica “Violence Against Women”, se describen los resultados de una iniciativa de tres años que implica una diversidad de agentes como personal del campus y estudiantado, agentes de orden público, abogacía, miembros de los equipos de respuesta a agresiones sexuales  y profesionales de los centros en caso de agresiones sexuales, todo para incrementar la prevención y las estrategias de respuesta ante la violencia de género. Para ello se ha contado con siete universidades americanas (tres ubicadas en ciudades y cuatro en áreas rurales), realizando entrevistas en el primer y tercer año del análisis a 1965 personas. Como se observa en la muestra, la participación fue bastante diversificada, contando con distintos géneros, sexualidades, edades y culturas.

Según el estudio, las personas participantes comentaron que habían aumentado tanto el conocimiento hacia los recursos que ofrecía el campus como la percepción hacia la prevención y respuesta ante situaciones de violencia de género. En cuanto a datos cuantitativos, en 2019 un 45% de las personas informaron haber sufrido al menos una forma de violencia desde que iniciaron el curso en 2017. También se reportó que la forma más habitual de violencia sufrida por fue el acoso sexual entre estudiantes (23.1%), seguida por relaciones violentas (20.1%), un 16.4% sufrió acoso sexual por parte del personal universitario, un 15.4% acecho y un 13,5% abuso sexual. También se informó sobre víctimas que sufrieron más de una forma de acoso a la vez, un problema que afectó a 26.1% de los y las participantes. Entro otros datos preocupantes, un 86.7% en acoso sexual, un 94.7 % en las relaciones y un 75.1% en los acechos, quienes ejercieron estos tipos de violencia eran personas conocidas por las víctimas.

Tal y como se recoge en el estudio, aunque no se observó una disminución en las conductas violentas entre 2017 y el 2019, sí se comprobó que se informó sobre ello, lo que se relaciona con que el estudiantado era, en primer lugar, más consciente sobre la violencia sufrida en el campus; en segundo lugar, estaba informado sobre los mecanismos de denuncia y, por último, se atrevía a denunciar. 

De nuevo podemos ver cómo el trabajo conjunto entre la comunidad, el personal del campus y el personal investigador y diferentes profesionales crea relaciones estables para fortalecer la comunicación tanto para prevenir como para tratar una situación de violencia. En este caso particular, la actuación desde tantos niveles estableció colaboraciones a niveles estatales, comunitarios y de campus en beneficio de la sociedad para luchar contra la violencia de género.

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