Seguramente al leer el nombre de Concha Méndez alguien se habrá preguntado: ¿Quién es? ¿Por qué le dedican un artículo en este diario?
Concha Méndez, al igual que les ha ocurrido a muchas mujeres a lo largo de la historia, ha pasado bastante desapercibida.
Se llamaba Concepción Josefa Pantaleona Méndez y nació en Madrid en 1898 en el seno de una familia adinerada. Hija primera de nueve hermanos, su única formación reglada fue la asistencia a un colegio francés. Pronto descubre su vena rebelde y aventurera y soñaba con viajar. Debido a los impedimentos que le ponen sus padres para estudiar, salir con amigos, viajar, visitar museos… decide distanciarse de su familia y buscarse la vida para ser independiente económicamente.
Gracias al libro “Concha Méndez. Memorias habladas, memorias armadas”, que escribió su nieta Paloma Ulacia Altolaguirre a partir de muchas horas de grabar a su abuela, hemos podido conocer su vida.
Escribió, sobre todo, poesía, de forma bastante intuitiva y autodidacta, pero también publicó obras de teatro infantil y textos cinematográficos, narrativa, conferencias, algunas memorias, traducciones…. Antes de tener que exiliarse, debido a la Guerra Civil, se relacionó con la llamada Generación del 27: asistió a tertulias literarias, entre otras las de Vicente Aleixandre; a lo largo de siete años fue pareja de Luis Buñuel; tuvo ocasión de relacionarse con García Lorca, con Rosa Chacel, con Luis Cernuda (que años más tarde exiliado fallecería en su casa de México), con María Zambrano, que prologó el libro de su nieta y, especialmente, con la pintora Maruja Mallo de la que fue su modelo en varios de sus cuadros como en “Chica en bicicleta”.
Muy joven viaja sola en un carguero mercante a Londres y, posteriormente, se fue a Argentina donde vivió un año.
En los años 30 conoce al poeta malagueño, Manuel Altolaguirre, que se dedicaba a editar poesía. Se asocian y Concha pone el dinero para comprar su primera imprenta de mano y, así, durante varios años, en Madrid, serán los encargados de editar primeras ediciones y revistas de poesía como “Héroe”, “Caballo verde para la poesía” con obras de García Lorca, de Miguel Hernández, de Pablo Neruda…; en una estancia en Londres vuelven a trabajar como editores y crean la revista “1616” en homenaje a Cervantes y a Shakespeare; cuando se ven obligados a exiliarse en Cuba siguen apoyando la edición de autores españoles y cubanos. Pero desgraciadamente, será su marido, Manuel Altolaguirre el único que pasará a la historia como el editor de la Generación del 27.
Ahora bien, como se señala en el libro de su biografía, merece ser recordada, no tanto por su amistad con tal o cual figura famosa, sino más bien, por su propia historia de emancipación. A través de sus palabras se intuye una mujer valiente, adelantada a su tiempo, muy sociable y generosa con sus amistades, que se fue liberando de los tabúes del mundo en el que había nacido para ir poco a poco creando un mundo propio a la altura de su experiencia y de sus deseos.
La suerte la fue acompañando en muchos momentos de su vida y nunca dejó de escribir poesía. Murió en México con 88 años rodeada de su hija, su yerno y sus cuatro nietos.
Algunas obras suyas son: “Inquietudes: poemas” (1926); ”Surtidor: poesías” (1928); “Canciones de mar y tierra” (1930)…Toda su obra poética se puede encontrar en la recopilación de Catherine G. Bellver ”Poesía completa “ (2009).
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