De entre las ocurrencias que circulan sobre cómo deben ser los hombres actualmente, destaca mucho la idea de “dar un paso atrás” que, junto con otras propuestas solo centradas en el individuo, no mejoran realmente la sociedad. Por su parte, desde la investigación científica con impacto social se tiene la conceptualización de Nuevas Masculinidades Alternativas, de las que hablaremos hoy conectándolas con el liderazgo.
De manera clara, un hombre NAM actúa en la línea del liderazgo dialógico, definido como aquel que genera procesos en los que las prácticas de liderazgo de todas las personas del entorno de acción se desarrollan y consolidan desde la base y la diversidad (Padrós & Flecha, 2014). Desde su posición, promueve espacios dialógicos para que las demás personas puedan aportar su máximo y formen parte del liderazgo, mediante conversaciones que aúnan verdad, bondad y belleza.
Los líderes NAM ejercen un liderazgo inteligente, porque saben que no es cuestión de liderar cualquier cosa, sino de saber ver las causas más justas, las más idóneas, las que realmente mejoran la vida de las personas. Actuar así resulta atractivo porque, además, genera muchos y muy diversos éxitos y siendo así engancha a otros hombres y mujeres a tener más actos y gestos así.
Actúan desde la seguridad y atractivo característicos de las NAM, pero siempre con valentía y con los mejores valores y sentimientos en cada una de sus acciones. Están posicionados contra toda forma de violencia dentro de su organización y en las relaciones de quienes
forman parte de ella. Es un liderazgo solidario, que procura una mayor libertad y no se mueve por intereses personales ni por protagonismo.
Actuando así, logran muchos impactos: empoderan a otros hombres, y también a mujeres, especialmente a aquellas personas que han sido menos escuchadas y que quieren construir también mejores organizaciones y equipos. Aprovechan su posición para aportar mejoras, particularmente a quienes más lo necesitan. Consiguen encontrar apoyos sinceros, ampliar el círculo de apoyo, llegar a consensos en las decisiones en base a argumentos de validez dialogados, aceptados; canalizan mejor la gestión de las situaciones de estrés y esto refuerza el proyecto común.
Es un ejemplo para todo el equipo, ya que, además de ser coherente y responsable, no está por encima, sino que se sitúa de manera igualitaria a su lado; es consciente de que es con el equipo y la combinación de personalidades con la que se consigue el éxito. No resta importancia a ninguno de los “papeles”, “trabajos” de nadie.
Necesitamos a chicos y hombres que lideren desde los valores NAM, junto con mujeres feministas, los espacios de los que forman parte (su grupo, clase, empresa, ONG,…), porque ya hay muchos otros chicos y hombres que van de líderes, pero que no lo son, por su egocentrismo, su mirada interesada, su pasotismo frente a todas las personas. Todo lo que podamos acercarnos a este ideal, que ya encarnan de distintas maneras muchos chicos y hombres, será beneficioso para nosotros y quienes nos rodean, allá donde actuemos.
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