El Centro de Investigación Laboral Alimentaria de la Universidad de Berkeley junto con One Fair Wage, la coalición, campaña y organización estadounidense que persigue acabar con los salarios precarios así como mejorar las condiciones laborales en el sector servicios, han publicado un estudio, editado por la fundación Time’s up, en el que se visibiliza un aumento del acoso sexual a raiz de la pandemia.
El informe, titulado Take off your mask so I know how much to tip you (Quítate la mascarilla para saber cuánta propina te doy), pone de relieve cómo el aumento de la precariedad laboral en el que han quedado muchas trabajadoras del ámbito de la restauración ha aumentado su vulnerabilidad a ser víctimas de acoso y violencia sexual.
En EE.UU. el salario de un camarero o una camarera está estipulado por la legislación federal en $2’13 la hora, y vige aún en 43 estados, muy por debajo del salario mínimo interprofesional. Tradicionalmente, una buena parte de sus ingresos depende de la cantidad de propinas que reciben ya que hay una cultura muy instaurada en este sentido, pero han disminuido mucho debido al varapalo y la crisis que, a raíz de la pandemia, está sufriendo la economía del país y que ya ha supuesto el cierre de miles de restaurantes y el empobrecimiento de millones de trabajadoras y trabajadores del campo de la alimentación. Uno de los datos que muestra el estudio, es que, con el COVID-19, el 60% de las personas trabajadoras que reciben propinas declaró no poder permitirse acceder al pago del seguro de desempleo porque su salario era demasiado bajo para alcanzar el mínimo estatal para acceder a sus beneficios.
Quienes peor paradas salen en esta situación de inestabilidad y fragilidad económica son las mujeres, ya que suponen la fuerza laboral mayoritaria en esta industria que, además, tiene las tasas más altas de acoso sexual desde hace décadas. El estudio revela que más del 40% de las personas que trabajan en restaurantes informó que ha habido un cambio notable en la frecuencia de comentarios sexualizados no deseados por parte de clientes, y algo más del 25% informa haber experimentado o presenciado un cambio significativo en la frecuencia del acoso sexual. En relación con esto, alrededor de 250 trabajadoras compartieron mensajes que habían recibido por parte de clientes instándolas a quitarse la mascarilla con el fin de juzgar su apariencia. Muchos de estos comentarios iban más allá siendo muy explícitos sexualmente, mucho más que el que se muestra en la portada del documento como por ejemplo, bájate la mascarilla para ver si quiero llevarte a casa más tarde o quítate la mascarilla para que pueda meterte la lengua en la garganta.
Esta situación, que intersecciona con la negativa de muchas personas trabajadoras a cumplir los protocolos de seguridad frente al COVID-19 por miedo a recibir menos propinas, tal y como ya están experimentando, deja a las mujeres expuestas no sólo a la violencia sexual, sino a sufrir las peores consecuencias para su salud y, consecuentemente, la de las demás personas.
Debido a este motivo y en base a las evidencias que muestra, el estudio recomienda y aboga por la legislación de un salario y de políticas que promuevan la seguridad de esos ingresos en todo el país para que las trabajadoras y trabajadores del sector servicios se puedan protegerse a ellas mismas y al resto de personas, cumpliendo en su totalidad los protocolos de seguridad, y acabar con el acoso y la violencia sexual.
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