Los acontecimientos de los últimos meses nos pueden hacer verlo todo de un color oscuro, pueden provocar toda una ola de sentimientos desesperanzadores de cansancio, enfado o de no encontrar la salida. Por el lado contrario, en una época de bonanza, las calles son más bonitas, la gente más agradable y hasta el sol brilla diferente. Pero, como dicen, los seres humanos no nos adaptamos al entorno, sino que lo transformamos. Ligada a esta última idea de transformación, recuperamos una investigación sobre el proyecto de Ferrer i Guàrdia, la Escuela Moderna, que en una España oscura encontró un rayo de sol en la pedagogía y cambio de color el panorama intelectual de ese principio de siglo XX tan dramático.
En base a revisar artículos científicos, documentos históricos, libros y prensa de la época, las investigadoras han estudiado la manera en la que la Escuela Moderna tenía por objetivo apoyar a las clases sociales más bajas en su rendimiento académico para que cualquier persona que lo quisiera pudiera tener acceso a una educación científica, democrática y de calidad, sin verse limitada por su estatus social. De esta manera, Ferrer i Guàrdia abría las puertas del conocimiento para las personas que no gozaban de privilegios con una meta clara: desarrollar la educación para mejorar las condiciones sociales.
El proyecto de Ferrer i Guàrdia hablaba de que la educación conseguiría que los “niños y niñas que se le encomiendan sean bien instruidos, veraces, justos y libres de todo prejuicio”; que se haría superando las limitaciones de la enseñanza dogmática y dando lugar al “método racional de las ciencias” para hacer que cada estudiante encontrara el camino y se convirtiera en una persona con valores solidarios para que “contribuya, como consecuencia necesaria, a la elevación de la toda la comunidad”.
Como pasa hoy en día, y se ha podido observar a lo largo de la serie Omertá, cuando un proyecto lucha por cambiar y transformar, desde una perspectiva solidaria, justa y transformadora, se reciben muchos ataques directos e indirectos (SOSH). Ferrer i Guàrdia fue una víctima de lo que él mismo llamaba “ignorantes”, pero su legado sigue más vivo que nunca en manos de excelentes profesionales de la educación que luchan sin cesar para que la educación transforme la sociedad y mejore la vida de todo hombre y mujer, niño y niña, buscando su libertad.
Hoy ya tenemos instrumentos de investigación que luchan en contra de mitos como que las personas adultas no están motivadas para estudiar o que el nivel socioeconómico influye en el educativo, lo que podría implicar que la ola de la transformación y del impacto social iniciada por la Escuela Moderna siga ampliando horizontes para que todo el mundo pueda beneficiarse de una educación de calidad que traspasa cualquier barrera.
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