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Personas que de forma voluntaria velan por los derechos humanos, designadas por las Naciones Unidas, pero que no son personal de la ONU y no reciben un salario por su trabajo, han instado a las autoridades iraquíes a investigar el asesinato de la defensora de los derechos humanos Riham Yaqoub y el intento de asesinato de Lodya Remon Albarti, blancos de ataques, según afirma la ONU, «simplemente porque son mujeres». Ambas habían liderado marchas de mujeres dentro del movimiento de protesta contra la corrupción y el desempleo que comenzó en 2018 en el sur del país.

Albarti previamente tuvo que irse de su ciudad después de sufrir una importante campaña de ataques y difamaciones. En el caso de Yaqoub, una médica y defensora de los derechos humanos, que también defendía los derechos de las mujeres a hacer ejercicio en público y utilizar las instalaciones deportivas, fue asesinada por dos hombres armados no identificados que viajaban en scooter mientras ella conducía por el centro de Basora.

Ambas mujeres habían puesto en conocimiento de las autoridades las amenazas, pero el Estado no había hecho nada para protegerlas. Desde la ONU se hace un llamado a proteger a las mujeres en Irak, más aún teniendo en cuenta el contexto de guerra e inseguridad. La comisión designada pide que Bagdad sea un espacio seguro para todas las personas que están defendiendo los derechos humanos en el país, dados los hechos ocurridos. 

La protección a aquellos y aquellas que protegen es crucial para superar cualquier forma de violencia y de exclusión. Sin las redes de apoyo, las víctimas directas no podrían superar su situación. 

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