El pasado 9 de agosto, Sviatlana Tsikhanouskaya concurría a las elecciones en Bielorrusia contando con al apoyo de dos mujeres, Maria Kolesnikova, jefa de campaña de Víktar Babaryka, y Veronika Tsepkalo, la esposa de Valery Tsepkalo, ambis destacados políticos de oposición a quienes se les prohibió inscribir sus candidaturas.
Las tres mujeres valientes lideraron el movimiento que pretendía derrocar al conocido como el último dictador de Europa, Lukashenko, quien ha ostentado el poder del país desde hace 26 años como herencia de la Unión Soviética.
Bielorrusia, inmersa en un contexto de represión a las personas opositoras al régimen de Lukashenko, ha sido denunciada reiteradas veces por organismos internacionales, que no han reconocido los resultados de sus procesos electorales. En una oleada represiva posterior al 9 de agosto, la candidata Sviatlana Tsikhanouskaya y Veronika Tsepkalo huyeron del país con el fin de protegerse y proteger a sus familiares ante las amenazas del gobierno. Maria Kolesnikova se quedó en Bielorrusia participando de las concentraciones y marchas de mujeres como protesta. Hasta que ha sido detenida por personas enmascaradas en el centro de Minsk. Mientras el gobierno niega ser responsable de los hechos, abogados y prensa internacional siguen buscando a Kolesnikova, quien ha sido presuntamente secuestrada.
El movimiento civil generado en Bielorrusia y liderado por mujeres representa desde sus inicios el derrocamiento de la herencia dictatorial soviética, en pro de la democracia.
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