El uso de la Big Data y la Inteligencia Artificial (IA) puede ir más allá del manejo masivo de datos con fines comerciales y ponerse al servicio de un mundo mejor. Un ejemplo es el de la herramienta Traffic Jam, un software mediante el que se analizan millones de datos disponibles públicamente en Internet para ayudar a identificar patrones en el tráfico de personas. Creado por Marinus Analytic, una empresa cuyo proyecto se enmarca en lo que se conoce como emprendeduría social, fundada por Cara Jones y Emily Kennedy, ofrece soluciones a nivel mundial, aprovechando el aprendizaje automático y la IA, para proteger y servir mejor a las personas más vulnerables, en este caso, las víctimas de trata.
Una cuestión importantísima, entre otros muchos motivos porque las redes internacionales del crimen organizado muchas veces, se infiltran en la economía real de un país y tienen un impacto sobre su PIB. Al igual que el tráfico de drogas, la trata de personas presenta lucrativas oportunidades para las mafias. Tanto es así que, según se afirma en un artículo en Forbes, una persona en edad adolescente víctima de tráfico con fines de explotación sexual puede rendir hasta números de seis cifras en un país como EE.UU. Aunque no es la única variable, la pobreza, como ya advierten los organismos internacionales, no hace sino disparar la vulnerabilidad y el riesgo de ser captado o captada por una red de tráfico de personas. Sin embargo, como afirma Alma Angotti, socia y líder de práctica e investigaciones globales y cumplimiento en Guidehouse, la trata de personas es una parte más de un amplio abanico de actividades delictivas en las que operan esas redes internacionales y la identificación de personas y actividades económicas involucradas en ésta muchas veces puede contribuir a tirar del hilo y desmantelar toda la estructura.
Ahí, en lo que a la identificación se refiere, es donde está girando el modo de proceder y se están aprovechando las oportunidades que ofrece el uso de la Big Data y la IA, debido entre otras causas, a que las operaciones centradas en la localización de las víctimas y su rescate mediante métodos más tradicionales han demostrado no ser suficientes para poner fin a esta lacra social. Al menos, mientras existan grupos de población vulnerables y un mercado que demanda el abuso y consumo de personas, tanto adultas como de adolescentes, niños y niñas, cada vez más voraz. La Big Data y la IA ofrecen la posibilidad de cambiar este enfoque y centrarse en identificar directamente la fuente del problema, que son las redes internacionales del crimen.
El Dr. Gary M. Shiffman, fundador de Giant Oak, asegura para Forbes que, gracias a esta tecnología, se pueden comprender y reconocer patrones de comportamiento en segundos, algo que un ser humano podría necesitar varios periodos de su vida para poder hacerlo y cuyo impacto está siendo muy positivo. Un ejemplo es el reconocimiento del patrón que se repite en muchas fotos, para el ojo humano todas ellas diferentes, como sería la colcha de un hotel. Este procedimiento es el que puede ayudar a las autoridades a localizar a todas las víctimas que han sido explotadas y vendidas en esa misma habitación. Bajo ese flujo de datos masivos puede haber un traficante de drogas que vende on line, un delincuente financiero o una víctima de trata apareciendo en uno de los millones de anuncios para personas adultas.
Marinus Analytics es una de las empresas que trabajan para la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) y la herramienta Traffic Jam está siendo usada por organismos de varios países para hacer cumplir la ley con el fin de realizar un seguimiento de las pistas y el rastro que va dejando la actividad de las mafias internacionales.
Según cuenta E. Kennedy para el medio digital, el éxito obtenido en EE.UU. en el rescate de víctimas les ha llevado a ampliar su trabajo en el resto del mundo para ayudar a comprender mejor el movimiento del crimen organizado. Cada vez son más las entidades, instituciones, empresas y ONG que colaboran y comparten sus recursos y herramientas en la lucha contra la trata de personas y practican la responsabilidad corporativa.
Una de las aplicaciones que ilustra muy bien la clase de sinergias que han ido naciendo en este sentido es una aplicación basada en la colocación de códigos QR en los baños de hoteles y otros lugares públicos susceptibles de sospecha, para que la víctima pueda escanearlo desde su móvil y que simultáneamente envía la señal a la policía, que puede pedir una citación inmediata para registrar el teléfono y verificar si se trata de una actividad criminal. Si efectivamente esto se comprueba, las víctimas pueden ser rescatadas en ese mismo momento. Es uno de los muchos efectos positivos que tiene la cooperación entre los sectores público y privado, crucial no sólo para posibilitar esta tecnología, sino para mantener una visión mucho menos acotada y ver cómo opera realmente el crimen internacional, cuál es su verdadero organigrama y cómo afecta a la vida sus numerosas víctimas y al resto de la sociedad, en general.
Este es sólo un caso de los beneficios que tiene el hecho de que las personas que manejan una tecnología tan poderos tengan los mejores valores y principios y persigan, además de poder vivir de ello y lucrarse, la mejora de las vidas de las personas y erradicar la esclavitud del siglo XXI que es la trata de personas con fines de explotación sexual.
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