Los hospitales se están convirtiendo en campos de batalla contra la COVID-19 y han visto transformadas sus diversas unidades para ampliar las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y salvar el mayor número de vidas posible. Así también se ha transformado la unidad de Maternidad del Hospital de Brooklyn, donde desde marzo han llegado doscientas nuevas vidas.
Veintinueve mujeres embarazadas, según reporta el New York Times, han caído gravemente enfermas y las pruebas han confirmado algunos casos positivos de COVID-19. Pero la esperanza está ganando y el personal médico está logrando salvar las vidas de estas madres y la de sus bebés.
Lo hacen siguiendo estrictamente las recomendaciones sanitarias en un momento tenso en el que muchas vidas humanas se están perdiendo. Sin embargo, en la unidad de maternidad el jefe de ginecología y obstetricia, Erroll Byer, informa de que no han perdido la vida de ninguno de los bebés que han nacido en las últimas semanas y que los bebés no se han contagiado con el virus.
Los pasillos de la unidad de maternidad no están llenos de familias celebrando la llegada de las nuevas vidas; la pandemia está cambiado la experiencia de quienes están dando a luz, solas en un contexto de tensión e incertidumbre. La historia de dos de ellas, Precious Anderson y Basharrie McKenzie, recogidas en el reportaje del citado medio, son ejemplo de esperanza.
El estado de ambas mujeres era grave cuando ingresaron y permanecieron en la UCI hasta que su situación mejoró. Para Precious, fue necesario practicar una cesárea y adelantar el nacimiento de su primer hijo, previsto para junio. Ello aliviaría la tensión en el cuerpo de la mujer y aumentaría sus posibilidades de enfrentar el virus al tiempo que garantizaría el bienestar del bebé. Así ha sido. David III permanece en la unidad de neonatos y responde favorablemente a los tratamientos bajo la atenta mirada online de su madre, quien está experimentando una notable mejoría. Su médico relata cómo la aplicación de un tratamiento recientemente publicado en The New England Journal of Medicine fue clave para su mejoría y lo importante que es continuar investigando tratamientos contra el nuevo virus que ayuden a salvar vidas.
Por su parte, Basharrie McKenzie ingresó con serias dificultades para respirar. Su estado ha mejorado después de varios días en la UCI. El bebé que espera no ha sufrido ningún daño y pudo volver a casa. Las buenas noticias alegran al personal de la unidad de maternidad que la despidió con alegría y la esperanza de verla en unos meses, cuando esté lista para dar a luz, deseando que sea en otro escenario muy diferente, uno en el que los pasillos vuelvan a llenarse de flores y abrazos y los niños y niñas vengan al mundo rodeados de quienes las mamás decidan.
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