Aunque el coronavirus está afectando a todas las personas indistintamente de su origen y clase social, los colectivos más vulnerables sufren en mayor medida sus consecuencias al estar más expuestos a los riesgos y contar con menos recursos para hacerles frente.
Este es el caso de las millones de mujeres en situación de trata con fines de explotación sexual, “las grandes olvidadas” de esta pandemia y de siempre. Según el Parlamento Europeo, unas 40 millones de personas en el mundo son víctimas de trata, un 80% son niñas y mujeres de entre 13 y 25 años de edad. España, según datos de las Naciones Unidas, sería el primer país europeo de tránsito y destino de mujeres con fines de explotación sexual. También ocupa el primer lugar en el consumo de esclavitud sexual, un 39%.
Las mujeres y niñas que se encuentran en esta situación de extrema fragilidad, además de los abusos y violaciones que sufren diariamente, ahora están expuestas a un virus potencialmente mortal, tal y como informa la Fundación Scelles, observatorio internacional de lucha contra la prostitución.
En esta línea, la misma entidad, alertaba de que uno de sus mayores temores es que hay mujeres que están confinadas con sus proxenetas, que tienen así mejores facilidades para continuar con sus presiones y seguir explotándolas para difundir el contenido de los abusos por internet. Además, el confinamiento impide que las mujeres tengan acceso a información que pueda ayudarlas a prevenir el virus, informaba la presidenta de Apramp, que añadía que la mayoría de ellas van a contagiarse y ni siquiera van a saber qué tienen. A pesar de que sea una realidad muy cruda, hay que recordar que, para los proxenetas, las mujeres y niñas a las que explotan no son personas, sino objetos de los que obtener beneficio, por ello, cuando se infecten las verán como “material desechable”, manifestaban también desde Apramp.
No obstante, también hay muchas otras mujeres que no han sido confinadas, sino que se las ha expulsado de los locales en los que eran explotadas habitualmente, ya que estos han tenido que cerrar. Por ello, ahora también son explotadas, pero en otros lugares alternativos como polígonos, ya que, además, tienen que seguir pagando por su manutención y las “deudas” que mantienen con sus explotadores.
Otras mujeres y niñas han sido expulsadas, ante las dificultades que para los proxenetas suponía seguir manteniendo su negocio durante el confinamiento. Sin embargo, al encontrarse en una situación tan absolutamente precaria, muchas de ellas se ven obligadas a prostituirse, según explicaba Belén Matesanz portavoz de Médicos del Mundo.
En todos los casos, para las ONG que habitualmente trabajan por erradicar la trata con fines de explotación sexual, se ha dificultado aún más conocer la situación y la localización de las mujeres y niñas para poder establecer contacto y ayudarlas. Por ello, piden al gobierno que las considere población vulnerable para que tengan la posibilidad de acceder a las medidas de apoyo económico y los servicios sociales que se están poniendo en marcha.
Como ante esta situación de emergencia las mujeres y niñas no pueden esperar, continuemos haciendo todo lo que esté en nuestra mano para acabar con esta forma de esclavitud del siglo XXI, sigamos rompiendo el silencio instaurado por una industria que se enriquece explotando a seres humanos, no dejemos de denunciar todos los casos de clientes explotadores o de personas que banalizan o pretenden justificar esta forma de extrema violencia.
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