
Las organizaciones de Boy Scouts de los Estados Unidos, una de las mayores agrupaciones juveniles del país, igual que en otros muchos países del mundo, se enfrenta a una de los mayores casos de acusaciones por abusos sexuales en las últimas décadas. Esto ha dejado a la organización en quiebra, tras perder consecuentemente un gran número de socios.
Las compensaciones de la organización a las víctimas de acoso infantil podrían superar los mil millones de dólares, por lo cual los Scouts podrían tener que vender sus propiedades para hacer frente a la deuda. En el juicio que se celebró el año pasado se estimó que, desde los años cuarenta, los casos de acoso infantil en los Scouts suman unos 7.800 abusadores y 12.254 víctimas.
Más allá de las cifras, representantes de la organización afirmaron en un comunicado seguir trabajando con responsabilidad social y moral para compensar justamente a las víctimas. La resolución tomada en los Estados Unidos confirma a nivel internacional la urgencia en romper el silencio sobre los posibles casos de acoso que hay en otros entornos sociales, más allá de los casos asociados a la Iglesia que ya hace años que se estudian y se juzgan en los tribunales. Romper el silencio y denunciar el acoso no es deteriorar ninguna institución, sino contribuir de forma clara a hacerla más segura y transparente y dejar a los niños y niñas la libertad de elegir si quieren formar parte de ella o no.
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