Uno de los motivos por los que se ha caracterizado en este año la lucha feminista ha sido por la unión en diferentes partes del mundo de miles de mujeres y hombres para poner fin a la violencia sexual.
Desde la solidaridad y la interculturalidad como un valor, personas de todas las identidades y procedencias se han decidido a intentar poner fin a esta forma de violencia machista, siguiendo el ejemplo de actuaciones que se estaban realizando en otros países. Estos son algunos ejemplos:
En la India, las mujeres salieron a las calles para protestar contra la violencia sexual. El detonante fue la violación en grupo y el asesinato de una joven veterinaria que conmocionó al país.
En Túnez, el movimiento #MeToo o #EnaZeda comenzó a raíz de que salieran a la luz las imágenes de un legislador que presuntamente se estaba masturbando cerca de una escuela.
Aunque nació en Chile, creada por el colectivo feminista “Las Tesis”, la performance “Un violador en tu camino” se ha extendido por multitud de países en los que centenares de mujeres la llevan a cabo para denunciar las agresiones sexuales, quitar el foco de responsabilidad de las víctimas y reclamar medidas de acción al estado.
En la misma línea, en México, las movilizaciones por lograr que las universidades sean espacios libres de violencia sexual aún continúan desde hace meses y han movilizado a personas de toda la sociedad.
Igualmente, en Japón, profesorado y estudiantes universitarios han iniciado una movilización para acabar con el acoso sexual en los trabajos de posgrado. Debido a los desequilibrios de poder, las personas que buscan este tipo de trabajos se encuentran en una posición de vulnerabilidad que los agresores han aprovechado para intimidar y coaccionar, generando una ley del silencio que actualmente se está rompiendo. Así, se están tejiendo redes de solidaridad que apoyan a las supervivientes al denunciar y protegen a otras personas para que no tengan que pasar por lo mismo.
Del mismo modo, en Rusia, donde actualmente no existe una ley contra la violencia de género, se ha presentado un nuevo proyecto de ley para abordar esta problemática. Además, colectivos feministas están manifestándose para que este proyecto incluya mayores garantías de protección.
Así, las movilizaciones de este año han sido un claro ejemplo de cómo ya no hay lugar para el silencio en la violencia sexual, porque personas de diferentes procedencias, culturas e ideologías ha decidido adquirir un posicionamiento valiente y actuar para construir sociedades libres de violencia.
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