El 13 de noviembre fue la efeméride del nacimiento de Tilly Edinger, una valiente científica de origen judío que fundó la disciplina de la Paleoneurología en pleno ascenso del nazismo en Alemania.
Fue hija de Ludwig Edinger, profesor de neurología en la Universidad de Frankfurt, y de Anna Goldschmid Edinger, feminista activamente implicada en trabajos sociales. Desde niña tuvo un gran interés por la ciencia y se doctoró muy joven obteniendo la calificación magna cum laude. Tras el doctorado, estuvo colaborando varios años como voluntaria no pagada en el Instituto de Geología y Paleontología de la Universidad de Frankfurt, y posteriormente en el Instituto de Neurología de Frankfurt.
Así, aunando sus dos pasiones, comprendió un aspecto que fue revelador en sus posteriores descubrimientos, aunque había una extensa literatura científica relativa a los fósiles, no habían sido estudiados en un contexto geológico. A partir de ahí, consiguió recopilar y sintetizar abundante información y publicar el libro Cerebros fósiles (Die fossilen Gehirne) en 1929. Desde ese momento, sus publicaciones durante la siguiente década tuvieron como principal finalidad relacionar la información biológica y la geológica e incorporar el concepto de tiempo en neurobiología. Al diseñar esta nueva forma de estudio relacionando las tres ciencias, cambió la manera de reconstruir la historia evolutiva del cerebro.
Aún con un trabajo tan prolífico, durante todos esos años Tilly Edinger sufrió la creciente represión y violencia nazi. Frente a todas las amenazas desatadas por el odio antisemita, se mantuvo firme por su amor a la ciencia y continúo investigando hasta noche del 9 al 10 de noviembre, conocida como la Noche de los Cristales Rotos.
Desde esa noche no se le permitió regresar a su puesto de trabajo, varios miembros de su familia fueron asesinados; ella logró escapar en el último momento a Reino Unido con un visado obtenido gracias a su prestigio profesional. Según diferentes biógrafos, nunca dejó de trabajar y de realizar importantes contribuciones científicas. Actualmente, gracias a sus aportaciones hay generaciones de investigadores e investigadoras que siguen sus pasos.
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