The Fund for Global Human Rights es una alianza entre activistas y organizaciones que, partiendo de la confianza en la capacidad de todas las personas para construir un futuro mejor en sus propias comunidades, trabaja por promover el progreso de iniciativas impulsadas desde las organizaciones de base. Lo hace ofreciendo apoyo económico de diferentes formas, recursos para la formación y una red sólida de colaboraciones entre las diferentes entidades.
Una de las líneas de trabajo de esta coalición, en base a los Derechos Humanos y el objetivo de que el respeto a los mismos sea una realidad en todo el mundo, consiste en ayudar a las mujeres a luchar contra la violencia de género, agravada por la pobreza, los conflictos armados, la explotación de los recursos naturales y las desigualdades relacionadas con la dificultad para adquirir una independencia económica que les permita desarrollar su potencial, a través del liderazgo de proyectos que generen mejoras en sus propios contextos.
Así pues, el fondo anima a las mujeres y niñas comprometidas con la erradicación de la violencia a fin de que, desde su activismo, impulsen y creen estructuras de participación social dirigidas a conseguir transformaciones en pro de la erradicación de la violencia. Por otra parte, la alianza va generando un tejido solidario a través del cual se crean conexiones entre unas y otras, que pueden aprovecharse recíprocamente de sus fortalezas.
Desde su fundación en el año 2002, esta corporación ha dado apoyo aproximadamente a 650 organizaciones en 55 países diferentes, invirtiendo más de 95 millones de dólares dedicados a estimular el cambio y la transformación social allí donde más se necesita. Dan visibilidad al movimiento de base y voz a las personas más afectadas por la violencia y posibilitan la adquisición de estrategias para desarrollar soluciones a los problemas que sufren sus comunidades.
Un ejemplo de los logros que han alcanzado los esfuerzos que vienen realizando sus aliados, y que sin apoyo económico habría sido mucho más complicado, es que en 2016 un oficial retirado del ejército guatemalteca, junto con ex paramilitares, fueran condenados a un total de 360 años de cárcel por los crímenes perpetrados en tiempos de guerra con la comunidad indígena Q’eqchi’, siendo la primera vez que un tribunal nacional procesaba un caso de estas características como esclavitud sexual dentro de sus propias fronteras.
Evaluar el impacto es importante para que los esfuerzos y el apoyo económico que se prestan no se pierdan en una declaración de buenas intenciones, sino que sirvan y ayuden realmente a que las mujeres y las niñas se conviertan en un potencial de transformación social dirigida a la erradicación de la violencia.
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