Jean Carroll afirmó en una entrevista con la CNN que, ante el presunto acoso recibido por parte de Donald Trump entre los años 1995-1996, se plantea abrir un proceso de investigación con el departamento de policía de Nueva York para estudiar el caso a pesar de que los hechos hayan prescrito.
Carroll se propone abrir el proceso a partir de la necesidad de demostrar a muchas otras mujeres que se pueden denunciar las situaciones de violencia sexual indistintamente de la reacción de la víctima en el momento de la agresión. En el caso de Carroll expone la necesidad de evidenciar que luchó contra la agresión sin poder parar al presunto agresor.
A pesar de sus explicaciones públicas, algunos medios de comunicación y el propio Trump han empezado a relacionar su denuncia con una campaña de descrédito político como hicieron con las que denunciaron a Trump por acoso sexual en las anteriores elecciones de 2016, además de otras acusaciones con razones económicas.
Carroll denuncia, además del descrédito y la revictimización, haber recibido amenazas de muerte en las redes sociales y teme por su carrera periodística. Las reacciones ante la denuncia de Carroll se reproducen del mismo modo en la mayoría de los contextos en los que las víctimas deciden romper el silencio. Acabar con la revictimización conlleva la solidaridad activa por parte de la sociedad y las instituciones y el no cuestionar a las víctimas.
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