Después de los atentados contra la comunidad musulmana el pasado 17 de marzo en Nueva Zelanda, han sido incontables las muestras de solidaridad que se han mandado desde todo el mundo. Entre ellas cabe destacar la forma en que la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, consoló a la comunidad musulmana de su país después del ataque a la mezquita de Christchurch.
Acogió a la comunidad musulmana, tanto a los supervivientes como a las familias de las víctimas, y realizó gestos simbólicos como negarse a usar el nombre del principal sospechoso, cediendo todo el protagonismo a la comunidad musulmana. A los hechos simbólicos de Jacinda Ardern le siguieron los prácticos, como la nueva legislación sobre armas.
Las respuestas tan firmes y solidarias de la primera ministra han mostrado un claro ejemplo en todo el mundo. El referente que Ardern constituye ya ha ganado miles de firmas para nominarla para el premio Nobel de la Paz. Su empatía y solidaridad pone de relieve la cobardía de los que apuestan por el terrorismo.
Coordinadora del Metoo University
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