Zohra, la primera orquesta íntegramente compuesta por mujeres afganas, visita por primera vez el Reino Unido donde tiene previstas diversas actuaciones. Será una nueva incursión en Europa después de haber estado de gira en los últimos dos años por Bélgica, Suiza y Alemania.
La formación se creó hace cinco años en Afganistán, una nación con una larga tradición musical, donde unos años antes la música había sido ilegalizada y las mujeres habían sido excluidas de la educación. Aunque denuncian que a día de hoy la influencia talibán aún no ha sido eliminada por completo, ni tampoco la violencia, reivindican que el Instituto Nacional de Música de Afganistán (ANIM) al que pertenecen hubiera sido impensable hace dos décadas.
ANIM, ubicado en Kabul, se creó en 2008 con el apoyo internacional y enseña a cerca de 250 jóvenes, hombres y mujeres de entre 12 y 20 años, la mayoría provenientes de entornos vulnerables que se dedican a trabajos como la venta ambulante para ayudar a sus familias. Esta cifra está a punto de aumentar a 320 al contar con planes de expansión a otras ciudades del país como Herat, Mazar-e Sharif y Jalalabad.
Zohra nació cuando el Dr. Ahmad Sarmast, fundador de ANIM, fue instado a iniciar un nuevo proyecto dirigido específicamente a niñas y mujeres jóvenes de familias humildes o huérfanas, todas ellas procedentes de diferentes partes de país que se trasladan a vivir a Kabul para estudiar en ANIM. Su nombre, Zohra, hace referencia a la diosa persa de la música. La música que interpretan es una combinación de música tradicional afgana y música clásica occidental, lo cual la hace muy especial al ser como una orquesta de cámara occidental tradicional, pero que cuenta con maravillosos instrumentos afganos incrustados.
La orquesta está dirigida por Negin Khpalwak y Zarifa Adiba, las primeras directoras de orquesta mujeres en Afganistán. Neguin, a sus 22 años, es la mayor del grupo y miembro desde sus inicios. Ambas visibilizan el mensaje de libertad de las mujeres que a través de Zohra quieren llevar alrededor del mundo, y cómo la música es una vía que les permite conseguirlo en un país donde la educación de las mujeres sigue siendo precaria. A través de la orquestra cada niña y mujer joven vive la amistad y percibe la existencia de una red de apoyo global que se posiciona a su lado en la lucha por sus derechos. Clave cuando en sus hogares, en su comunidad o en la sociedad en general han tenido que librar grandes batallas para llegar donde están ahora.
Para ellas, Zohra es la muestra de cómo la idea de una niña no solo puede transformar las vidas de muchas de sus amigas, sino también transformar la percepción internacional de su país y aumentar la conciencia sobre los derechos de las mujeres.
Zarifa lo expresa así: “Cambié a mi familia. Ahora es el momento de que otras chicas cambien de familia, porque estoy convencida de que así, poco a poco, todo Afganistán cambiará.”
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