Esta semana, los medios informaban de la trágica muerte de Jackeline Caal Maquin, una niña guatemalteca de 7 años, ocurrida tras su detención y permanecer 24 horas bajo la custodia de los EE.UU. al cruzar la frontera con México. Jackeline viajaba con su padre, junto con un grupo de más de 160 inmigrantes, que se entregaron después de cruzar el punto fronterizo de Antelope Wells, un punto remoto en el estado de Nuevo México. 

Conforme a los informes iniciales facilitados por el Departamento de Seguridad Nacional de los EE.UU., su muerte fue debida a una parada cardiaca causada por deshidratación y agotamiento. Ahora se está a la espera de los resultados forenses que determinarán las causas de su muerte.

Según informa Reuters, se trata de un suceso importante que se suma a las críticas de las duras políticas migratorias de EE.UU. que, sin embargo, no están consiguiendo disuadir de cruzar la frontera, sino que están obligando a recorrer largas caminatas por el desierto con el fin de evitar los pasos fronterizos.

Otro dato alarmante es que se trata de familias acompañadas de sus hijas e hijos menores, a quienes no han querido dejar en su país de origen a causa de la violencia de la que huyen. Según informan oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza, en noviembre se detuvieron a 25.172 miembros de “unidades familiares”, el número mensual más alto jamás registrado. Ahora también se cuestiona si las instalaciones donde son custodiadas las familias reúnen las condiciones necesarias para albergar a niñas y niños.

Por otra parte, los demócratas de la Cámara de Representantes piden una explicación al no ser informados de la muerte de Jackeline dentro de las 24 horas estipuladas ante casos de muerte en dependencias de los pasos fronterizos. Pues, aunque los hechos ocurrieron entre el 7 y 8 de diciembre, no fue hasta este viernes que las autoridades americanas informaron de la muerte. También se ha solicitado una investigación sobre las condiciones y circunstancias que llevaron a la muerte a Jackeline.

Ante esta realidad, no hay duda que valga, siempre cabe defender la prevalencia de los derechos de la infancia por encima de las leyes fronterizas. Al menos sabemos que su padre estuvo junto a ella, acompañándola en los últimos momentos de su vida.

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