Recientemente, cientos de personas han presentado una demanda colectiva contra Pornhub, acusando a la plataforma de publicar y lucrarse con vídeos de abusos sexuales subidos sin el consentimiento de las víctimas. Esta demanda subraya un problema profundamente preocupante: la difusión de contenido no verificado que perpetúa el ciclo de violencia y explotación sexual en internet.
La relevancia de esta campaña radica no solo en su objetivo de responsabilizar a Pornhub y su empresa matriz, sino también en la necesidad urgente de que la ciudadanía tome conciencia y se movilice contra este tipo de prácticas. Es crucial recordar que el impacto de estos vídeos va más allá del daño individual a las víctimas; contribuyen a una cultura de normalización de la violencia sexual, donde el abuso se convierte en un producto de consumo masivo.
El hecho de que Pornhub haya permitido la publicación de estos vídeos durante años, a menudo ignorando las solicitudes de retirada, pone de manifiesto una grave falta de ética y control en la gestión de contenidos. A pesar de las medidas implementadas recientemente por la plataforma, como la verificación de identidad para los usuarios que suben vídeos, el daño ya está hecho, y muchas víctimas aún buscan justicia.
La lucha liderada por activistas como Laila Mickelwait, que ha llevado a la creación de la campaña “Traffickinghub”, es un ejemplo poderoso de cómo la presión pública y el activismo pueden generar cambios. Su campaña ha recogido millones de firmas y ha conseguido que importantes empresas retiren su apoyo a Pornhub.
Este caso sirve como un llamado a la acción para que la sociedad, las instituciones y los gobiernos refuercen su compromiso en la lucha contra el acoso y la explotación sexual. La participación ciudadana es vital para asegurar que las plataformas en línea sean responsables de su contenido y que nunca más se permita la monetización del abuso y el sufrimiento humano
Coordinadora del Metoo University