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La tecnología lleva años buscando soluciones a las agresiones sexuales, intentando ayudar a las mujeres a protegerse en situaciones de amenaza, según Yorokobu. Son diversos los ejemplos:

–   Nimb es un anillo conectado a una app, para que, quien se sienta bajo amenaza, pueda pulsar el botón del anillo y llamar a personas de su círculo cercano o a la policía.

–   Safe Shorts son pantalones de deporte que tienen incorporada una alarma que salta si quien los lleva tira del cordón.

–   La aplicación móvil bSafe envía un aviso al círculo más cercano de la víctima y compartiendo con esas personas su ubicación pulsando un solo botón.

–   En Japón se ha creado un sello de tinta invisible con el que se puede marcar a los acosadores que utilizan las aglomeraciones del transporte público para manosear a las mujeres.

Por otro lado, también se intentó, desde la tecnología, aportar soluciones al problema del consentimiento. Un ejemplo de ello es la aplicación LegalFling, donde cada miembro de la pareja firma un consentimiento antes de mantener relaciones sexuales. Esta app fue retirada, ya que se consideró que haber firmado dicho consentimiento podía forzar a las personas a tener sexo, por el hecho de haber accedido de antemano. Además, de cara a un juicio, no sería válido, ya que no es un contrato legal vinculante, y solamente podría servir como duda razonable.

No obstante, hay un amplio debate sobre estas aplicaciones. Por un lado, hay activistas que opinan que dejan sobre la víctima la responsabilidad de evitar la agresión sexual. Por el otro, sin embargo, otras personas, como Yasmine Mustafa (CEO de Roar for Good, empresa que fabricó otra de estas aplicaciones) desean que estos aparatos no sean necesarios en un futuro, pero, mientras las cosas sigan así, “¿por qué no crear artilugios que mejoren las cosas?”.

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