Es un título osado, sin embargo, avalado por diversos estudiosos. Sociólogos, economistas, politólogos, entre ellos Mariano Aguirre, periodista y analista político. En su libro Salto al vacío, pone de relieve como Estados Unidos no cesa de perder legitimidad internacional desde la guerra de Vietnam y, más tarde, las de Afganistán e Iraq. Fracasos exteriores, bajas militares y descenso del bienestar de millones de estadounidenses. Al actual presidente, Donald Trump, cabe considerarlo como el gran artífice de un declive que lleva décadas gestándose.
Quizás la crisis sanitaria en la que el país se halla sumido por causa de la pandemia contribuya a socavar el crédito de la hasta ahora nación más poderosa del mundo. Ostentar la etiqueta de que EE.UU. suma el mayor número de contagios y de muertos, resulta demoledor. Como lo es que el coronavirus haya destruido 33 millones de empleos, o que el paro ascienda al 14,7%, la cifra más alta desde 1929, año de la Gran Depresión.
También en los historiadores hallamos datos esclarecedores del camino cuesta abajo del imperio norteamericano. David S. Landes, en su obra La riqueza y la pobreza de las naciones, consigna que, en 1913, el PIB per cápita de EE.UU. equivalía a un 77% más que el de Francia y un 86% más que el de Alemania. Alcanzado el 2020, las estimaciones del FMI indican que el PIB de EE.UU. superará en un 39% a Francia y un 22% a Alemania. USA continúa ocupando el primer puesto, pero a una distancia considerablemente menor. Debido al crecimiento de ambos países europeos, sin duda, pero también a la crisis estructural del consagrado coloso.
Los imperios nunca han tenido buena prensa por parte de los sometidos, motivo por el cual las sucesivas caídas históricas han sido celebradas. No obstante, la desaparición de un imperio siempre ha conllevado el surgimiento de otro. Lo cual significa que solo podría aplaudirse que el imperio USA sucumbiera si ya no hubiera un sucesor.
