Desde el siglo XIII, fecha en que se sitúan las primeras Universidades, hasta el XX, no hubo rectoras en España. Nada sorprendente en el histórico contexto patriarcal, viniendo a ser lo extraordinario que una mujer alcanzara este cargo en 1982. Elisa Pérez Vera se convirtió en la primera rectora española, ejerciendo hasta 1987, y aun cabiendo destacar que lo fue de una universidad no presencial, la UNED.
En la actualidad, mientras que más de la mitad del profesorado universitario es femenino, las rectoras solo alcanzan a sumar 11, entre centros públicos (83) y privados (33). Por lo demás, si observamos la evolución desde la década de los ochenta del siglo pasado hasta la actualidad, advertimos que ha sido la siguiente: entre 1982 y 1995 hubo tres rectoras, mientras que entre 2001 y 2016, se contabilizaron diecinueve. Por otro lado, si descendemos unos peldaños en el escalafón, comprobamos que las catedráticas existentes en 2016, año que no queda lejos, representaban únicamente el 20% del total, cuando constituían el 40% del profesorado.
De todas maneras, albricias por el sector académico en comparación con el empresarial, el cual se encuentra muy lejos de cumplir con las leyes de Igualdad. En los Consejos de Administración de grandes y medianas empresas las mujeres continúan ausentes, siendo así que solo el 12% de las compañías respetan la normativa.
Sea como fuere, con pasos cada vez más rápidos, las mujeres avanzan en el mundo de los negocios, en el académico, en política, en ciencia. Y muy importante, sin dejar por el camino los valores de afectividad, solidaridad y entrega que les son intrínsecos. Indispensables para fomentar un mundo mejor.
