Ayer se publicó la noticia de la sentencia de culpabilidad por el asesinato de una niña de 4 años a manos del novio de su madre. El jurado popular sentenció que tanto el agresor como la madre eran culpables, uno por cometer el delito, y la madre por anteponer su relación al bienestar de su hija y consentir los maltratos y abusos. El feminismo siempre ha sido una lucha contra las personas agresoras, tanto hombres como mujeres, y no de mujeres contra hombres; como en este caso, tanto el hombre como la mujer agredieron a la menor, uno por perpetrar la violencia, la otra por no protegerla a sabiendas.
A lo largo de la historia muchas mujeres han realizado acciones para conseguir una igualdad real entre hombres y mujeres. Encontramos, así, varias mujeres de todas las partes del mundo, como Hipatia de Alejandría (355-415) en la antigua Grecia, Sojourner Truth (1797-1883) en Norteamérica, Elvia Carrillo Puerto (1881-1967) en Latinoamérica, Fatima Mernissi (1940-2015) en los países árabes, Malala Yousafzai (1997-) en Asia o, en el caso de nuestro territorio, Clara Campoamor, entre otras muchas más. Es esta una lucha en que muchas mujeres han estado acompañadas por aquellos hombres que han encontrado fundamental que las mujeres tuvieran los mismos derechos y libertades.
Este trabajo conjunto, impulsado y liderado por muchas mujeres, ha logrado conseguir avanzar hacia la igualdad en diferentes espacios y lugares. En Europa, por ejemplo, hemos llegado a conseguir el voto de la mujer, mejores salarios, leyes contra la violencia de género, derecho a posesiones de propiedades, entre otras cuestiones fundamentales que hacen más corto el camino para llegar a la igualdad real.
No obstante, este esfuerzo e implicación de hombres y mujeres por la igualdad no ha sido gratuito, ya que algunas y algunos han tenido que padecer agresiones verbales y/o físicas de aquellos y aquellas que no querían que se hiciera realidad esa igualdad. Así, el feminismo se ha posicionado en contra de agresores y agresoras sin importarle su género, ya que el objetivo se centra en conseguir una igualdad entre hombres y mujeres exenta de violencia.
Cuando el feminismo canta, grita y escribe en sus pancartas “no es no”, “ni una una menos” y “basta de violencia”, se trata de un rotundo “violencia 0”. El movimiento se posiciona en contra de cualquier agresión perpetrada tanto por hombres como por mujeres que no permiten que se ejerzan los derechos de una plena igualdad entre hombres y mujeres.
Por ello la actitud de una feminista siempre ha estado en contra de las agresiones, tanto de hombres como de mujeres, que no están permitiendo y respetando los derechos y libertades de otras personas. Especialmente, el movimiento se convierte en una coraza con la que se protege a las víctimas, con un especial ahínco cuando son menores de edad, y trabaja para hacer realidad una igualdad en la que no haya violencia. Es por ello que se denuncia, se apoya y se actúa en cualquier situación de injusticia.
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