“Tengo una buena idea, como trabajas en un barrio complicado y me preocupo por tí, he pensado colocar esta aplicación en tu móvil por si alguna vez te ocurre algo”. “No la voy a mirar nunca, solo si algún día tardas más de lo normal en volver a casa”.
Con estas palabras que pueden parecer una muestra de amor y sin ninguna intención, comienza una de las formas más suaves de posesión y control sobre la pareja de la que es difícil salir.
Es abrumador y aterrador que existan este tipo de programas para móvil que den avisos continuos sobre dónde estamos, dónde nos movemos e incluso de la hora exacta que salimos de un lugar o establecimiento.
¿Cómo es posible que las mujeres actualmente podamos caer en esta trampa? Muy sencillo, el patriarcado tradicional sufrido por nuestras madres, abuelas, ancestras, es fácil de detectar, es directo, claro, contundente, consecuente con su objetivo basado en el poder del hombre hacia la mujer. Hoy día la supremacía del hombre toma otro camino. Las mujeres descubrimos con señales el machismo tradicional y rápidamente salta nuestra alarma poniendo freno a ello. Ahí entra en juego el machismo sutil, del que no te das cuenta, ese que va enmascarado de falsa preocupación, amor y unión. Está inmerso en una apariencia alternativa y se consideran abiertamente feministas cuando sus acciones demuestran un evidente retroceso y tradicionalidad.
Tal como señala Carmen Ruiz Repullo, en “la escalera de la violencia de género” las víctimas vamos subiendo peldaños hasta llegar a la punta del iceberg donde aparece la agresión física. Nos es difícil reconocer que la violencia comienza por el primer peldaño referente a lo psicológico y emocional, como puede ser este tipo de control a través del teléfono.
No existiría dicha plataforma si no hubiera usuarios que la consumen y la hacen posible. El antídoto ante este tipo de situaciones es la educación basada en igualdad, relaciones sanas donde prima el respeto y la confianza y la existencia de nuevas masculinidades alternativas libres de violencia.
