Muchas empresas aún tienen mucho camino que avanzar para reducir las brechas de género, etnia, edad, diversidad funcional, etc. Esto no solo supone un problema en cuanto a la inclusión social, sino que, como han publicado recientemente en la MIT Technology Review, las desigualdades no salen rentables para las empresas.
En 2020 se logró el objetivo que el año anterior definió la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de que el 30% de los puestos de consejos de administración de las 35 principales empresas españolas estuviera ocupado por mujeres, según Cinco Días. A pesar de este logro, 14 de estas empresas no lo cumplieron. Por otro lado, tan solo una de cada cuatro personas en edad laboral con discapacidad tiene trabajo, mientras que en la población general es un 64% el porcentaje de quienes trabajan, según la Fundación Adecco. En educación, cuando la diversidad y la inclusión social se trabajan desde las evidencias, se aprende más y mejor y se genera una mejor convivencia. Y en las empresas, también se gana con la diversidad. Tal como indica un informe de McKinsey, las empresas con una mayor diversidad de género en sus equipos directivos tienen un 25% más probabilidades de salir más rentables, y las empresas con una mayor diversidad étnica en los equipos directivos, el porcentaje sube a 36%.
Para superar las desigualdades y hacer uso de los beneficios que aporta la diversidad, los avances tecnológicos pueden servir de gran ayuda. Por ejemplo, la Inteligencia Artificial (AI), si se diseña siguiendo principios éticos, puede ayudar a superar los sesgos a la hora de seleccionar la mano de obra. Es cierto que la AI no está libre de sesgos ya que, al estar diseñados por personas, los propios algoritmos que utilizan estos sistemas pueden fomentar la discriminación. Sin embargo, si se diseñan siguiendo principios éticos y evidencias científicas, puede lograrse una AI que ayude a superar los sesgos y las discriminaciones a la hora de contratar personal en las empresas.
PhD de la Universidad de Wisconsin-Madison