Como es tradición en toda ceremonia inaugural de unos juegos olímpicos, la fiesta termina con la llegada de la llama olímpica al caldero. La llama es un símbolo que conmemora el robo del fuego de los dioses por parte de Prometeo para entregarlo a la humanidad, una tradición que data desde los Juegos Olímpicos en la antigua Grecia donde se mantenía el fuego ardiendo en las sedes olímpicas.
En este 23 de julio en la capital nipona la encargada del encendido ha sido la jugadora de tenis Naomi Osaka, dando así comienzo a unas olimpiadas que han debido retrasarse un año y que, aun con la sombra de la pandemia sobre la población, arrancan para dar paso al evento deportivo de referencia mundial.
La ceremonia de inauguración no ha mostrado una gran ostentación, los y las representantes olímpicos han desfilado con mascarillas en un estadio casi vacío, donde se ha rendido homenaje a profesionales médicos.
Durante la ceremonia la antorcha fue entregada a Osaka, quien caminó hasta la base del escenario, donde unas escaleras abrían paso al caldero que se desplegaba como una flor, según informa Reuters.
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