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Fue una de las filósofas más importantes de aquella época, aunque todavía es poco conocida. Nació en 1888, en Berlín. A los quince años, ya tenía claro que quería continuar con los estudios. Su padre, un profesor de medicina, había estimulado mucho las ganas de estudiar de su hija. Con dieciséis años, le regaló la Crítica de la razón pura, de Kant, una lectura más bien inusual para una chica de aquella edad. 

Hedwig Conrad-Martius estudió literatura en Rostock y en Friburgo, donde advirtió de manera inequívoca que su punto fuerte era la filosofía. Amplió estudios en Múnich y Gotinga. Su objetivo era que la habilitaran como catedrática. Pero no pudo ser, primer a causa del estallido de la Primera Guerra Mundial y la difícil situación económica de posguerra, y después, porque en 1930 los nazis se lo impidieron. Habían descubierto que su abuelo era judío y expulsaron a Hedwig Conrad-Martius de la Cámara de Literatura del Reich. Por supuesto, tenía amigos que la ayudaron a pasar esa época difícil. Publicó numerosos tratados de filosofía y, finalmente, en 1949 obtuvo una plaza de docente en la Universidad de Múnich. 

El filósofo que más influyó en Hedwig Conrad-Martius fue Edmund Husserl. Era el fundador del método fenomenológico, un método que quería captar las cosas tal como se manifiestan como fenómenos de conciencia, sin tener en cuenta ningún tipo de interpretación previa. Su principio metodológico consistía en ir «a las cosas mismas». Todo lo que es, se nos aparece a las personas de una manera determinada. Husserl se propuso la tarea de aproximarse a las cosas tan libre de prejuicios y de ideas preconcebidas como fuera posible. Después iba llevando a cabo sucesivas eliminaciones de elementos accesorios hasta reducir la cosa misma a su unidad esencial. La fenomenología es una manera de pensar que tiene la finalidad, no de dejar una huella en los objetos, sino de escuchar en ellos alguna cosa. Esto se aplica a ámbitos muy diversos. 

Hedwig Conrad-Martius siguió los pasos del filósofo. Encontró en la filosofía su razón filosófica. Quería investigar el ser de las cosas, la esencia del mundo real. Su filosofía tenía que ser una «ciencia de la esencia». Pero con el tiempo, la actitud de la filósofa hacia la fenomenología de Husserl fue adoptando un tono más crítico. Ella dice que todo lo que es tiene por sí mismo una esencia. Por eso se diferencia una cosa de otra, un ser humano de otro. Según sus palabras, «Cuando nos encontramos con una realidad de hecho, o sólo de pensar que podemos encontrárnosla, nos preguntamos qué hace que sea tal como es en sí misma». Se examina un objeto para dejar su esencia al descubierto. O su ser, por decirlo con otra palabra. Todo lo que existe, es decir, todo lo que generalmente es, posee una base más profunda, un ser. Así es como lo ve Hedwig Conrad-Martius.

Ella también mira filosóficamente a otro tema que forma parte de los problemas centrales de la historia de la filosofía: el tiempo. Dice que hay un tipo de presente «fijo» que se une al presente que se escapa. El pasado y el futuro se encuentran en este presente fijo y veloz y de este modo los podemos vivir, experimentar. De hecho, sólo vivimos el presente, aunque esto sea imposible en realidad. El presente es el lugar donde se encuentran el pasado y el futuro.

La obra principal de Hedwig Conrad-Martius, El ser, no pudo salir publicada hasta 1957. Un año más tarde publicó El espacio, y anteriormente El tiempo.

También fue conocida por su actividad de conferenciante y por sus colaboraciones en diversas revistas.

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