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canva

La mayoría de las personas cómplices activas o pasivas con los acosadores lo hicieron sintiéndose impunes gracias a la ley del silencio, a la omertá. Contrariamente a lo que piensan, la maldad anula la inteligencia y la bondad la mejora. Su complicidad les hizo calcular tan mal que ni se imaginaban que las evidencias científicas internacionales iban a ir clarificando todos los detalles de todas las personas cómplices. Tampoco calcularon que la inteligencia de las personas buenas (es decir valientes, que apoyan a las víctimas, que no son cómplices ni activas ni pasivas) las llevaría a acumular todo tipo de documentación y testigos sobre estas complicidades y las irían sacando a la luz.

Quienes han sido, son o serán cómplices están en contra de la ciencia, incluso aunque defiendan la ciencia en su propio ámbito profesional no quieren ni oír a hablar de las evidencias científicas sobre la violencia de género; incluso aunque se disfracen de feministas y se pronuncien públicamente en contra de la invisibilización de las feministas invisibilizan y atacan a las mejores científicas sobre violencia de género. Son la nueva inquisición contra las víctimas, las supervivientes y contra quienes se solidarizan con ellas. No pudieron parar a Galileo y no han conseguido evitar que la comunidad científica internacional cada vez publique más detalles de sus complicidades.

Este trabajo histórico, científico, es imprescindible para avanzar en la superación de la violencia de género. Por un lado, es parte imprescindible de la reparación que las sociedades y las universidades tienen que hacer con las víctimas y supervivientes de su violencia de género y su violencia de género aisladora. Por otro lado, es también imprescindible para que nunca más haya alguien que se sienta impune mientras actúa como cómplice, por ejemplo, difundiendo los rumores creados por los acosadores. Esta historia ya esta siendo conocida en las mejores universidades del mundo, en los principales movimientos feministas, y crecientemente en otros entornos sociales. Un momento estelar será cuando las universidades comiencen a ser mínimamente éticas y pidan públicamente perdón por la complicidad que tuvieron y siguen teniendo. Entonces, como parte del perdón y la reparación, saldrán ya todos los detalles previamente hablados por la ciencia histórica.

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