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La votación ha sido contundente, no solo las feministas rechazamos que a las chicas se nos llame “zorras”, sino que también lo hace Europa. Quienes creyeron y quienes afirmaron que, presentando esta canción, España quedaría muy bien en Eurovisión han tenido un fracaso que, incluso en un equipo de fútbol o una empresa, significaría una fulminante destitución. Quienes dijeron que esta canción nos representaba a las jóvenes frente a personas adultas que querían imponernos otros gustos más clásicos no solo mintieron, sino que se lo pusieron mucho más fácil a quienes nos agreden con esa ultramachista palabra y con frecuencia continúan su agresión con tocamientos no consentidos o incluso con violaciones. No lo digo ahora por su resultado en las votaciones, ya lo publiqué el 5 de febrero en el artículo “soy mujer, no soy zorra, soy joven”.

El capital depredador, el que logra beneficios del empeoramiento de nuestras vidas, ya en los años treinta coaccionó a fumar a las mujeres y logró que las más sumisas dijeran que era libre o feminista fumar, en los setenta coaccionó a tener ligues despreciativos en la marcha nocturna y que las más sumisas dijeran que era libre o feminista tenerlos, ahora ha pretendido un paso más: que nos sometamos a quienes nos llaman “zorras”, a los peores agresores machistas y que seamos tan sumisas que incluso digamos que nos gusta o que es un signo de rebeldía juvenil. Esta vez les ha salido mal el negocio y eso es una gran noticia para todas las mujeres. Ya toda Europa sabe que rechazamos que nos agredan y que afeen nuestra imagen llamándonos “zorras”. Somos muchas las jóvenes que no solo no lo aceptamos, sino que denunciamos y denunciaremos a quienes nos lo llamen.

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