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Participar en la ciencia es un derecho universal para mejorar las vidas de las personas y facilitar su inclusión en múltiples ámbitos de la sociedad. No obstante, implica competencias para discutir, razonar, argumentar, criticar y justificar ideas y explicaciones, elegir entre diferentes perspectivas y razonar los criterios para valorar por qué la opción elegida es la mejor

La argumentación es, por tanto, una habilidad clave y no puede existir argumentación sin someter a evaluación determinados conocimientos científicos y aportar pruebas o razones que confirmen o refuten dichos conocimientos. Además, la literatura científica demuestra la importancia de la argumentación científica en la formación del profesorado y cómo afecta este factor a los procesos de enseñanza y aprendizaje del alumnado. En esta línea, la investigación Preservice elementary science teachers’ argumentation competence: impact of a training programme, publicada en la revista científica ‘Instructional Sciences’, presenta los resultados del diseño e implementación de un programa de formación sobre argumentación científica dirigido a docentes de Educación Primaria.

Para el estudio, participaron un total de 98 estudiantes de entre 20 y 21 años del Grado de Magisterio en Educación Primaria. La primera muestra (grupo experimental) asistió al programa de formación sobre argumentación, mientras que la segunda muestra (grupo de control) siguió el programa habitual de la asignatura, que no incluía actividades específicas sobre argumentación. El programa al que se sometió el grupo experimental constaba de 6 sesiones. En la primera se realizó un pre-test de argumentación y, posteriormente, una tarea de argumentación que evaluaron por pares sin rúbrica. En la segunda sesión se impartieron contenidos sobre argumentación basados en el modelo de Toulmin, se diseñaron rúbricas y se realizó a través de estas la evaluación por pares. En la tercera sesión se volvió a plantear una tarea de argumentación y se procedió a evaluar por pares con la rúbrica las respuestas de los y las estudiantes. En la cuarta sesión se planteó la preparación de una tarea de role playing sobre un contenido curricular en la que el alumnado debía buscar evidencias para preparar su rol en la tarea. En la quinta sesión se desarrolló el role playing y, finalmente, en una sexta sesión, se realizó un post-test de argumentación con el mismo contenido desarrollado en la primera sesión.

Los resultados demuestran que, en términos generales, el programa de formación mejoró significativamente el nivel de competencia argumentativa del grupo experimental. A pesar de los progresos en la calidad argumentativa del alumnado, es difícil determinar qué elementos concretos del programa de formación son directamente responsables de la mejora identificada. No obstante, la participación en la evaluación de su propio aprendizaje, la evaluación por pares entre sus compañeros y compañeras y el diseño de instrumentos de evaluación, parecen haber sido factores clave. Asimismo, cabe señalar que este programa de formación no abarca todos los elementos que pueden cubrirse en relación con la competencia argumentativa. Sin embargo, el programa tiene en cuenta la dimensión de la construcción de argumentos, así como la de la crítica en los primeros niveles de la progresión del aprendizaje. Los resultados también ponen de manifiesto la necesidad de prestar más atención al conocimiento científico implicado en las tareas de argumentación.

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