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Si se les preguntara, la mayoría de los y las adolescentes indicaría que el acoso es un comportamiento indeseable y moralmente incorrecto. Sin embargo, se trata de una grave problemática en todo el mundo que sigue creciendo en entornos escolares y que implica una agresión intencionada y mantenida en el tiempo en el marco de relaciones sociales marcadas por un desequilibrio de poder que conduce a la incapacidad de la víctima para defenderse. Este incluye la agresión física, la agresión verbal, la agresión relacional (cuando se manipulan las relaciones sociales para causar daño a la víctima o se ataca a sus apoyos a través de la violencia de género aisladora); y puede tener lugar en persona o a distancia a través de las tecnologías de la comunicación (ciberacoso). A medida que los niños y las niñas crecen, el acoso suele ser menos directo y físico y más indirecto y relacional.

La investigación Moral disengagement of pure bullies and bully/victims: shared and distinct mechanisms, publicada en la revista científica ‘Journal of Youth and Adolescence’, prueba la hipótesis de que quienes acosan utilizan mecanismos de desvinculación moral que incluyen culpabilizar a las víctimas y minimizar el impacto del acoso en la salud mental y física. La desvinculación moral describe cómo los individuos se involucran en comportamientos que saben que son moralmente incorrectos sin sentir remordimiento, culpa u otras emociones de auto-sanción a través de un conjunto de mecanismos sociocognitivos que les ofrecen la capacidad de anular las auto-acciones como la vergüenza, la culpa y la autoevaluación negativa que normalmente acompañarían a la violación de las propias normas morales. Un ejemplo es cuando los acosadores proporcionan un ‘fin’ para justificar los medios, desplazan su responsabilidad hacia otras personas o reestructuran cognitivamente las consecuencias imaginarias del acto minimizando el daño y culpando, vilipendiando o deshumanizando a las víctimas.

Investigaciones previas han proporcionado evidencias de que los y las adolescentes que perpetran acoso tienen una mayor tendencia general hacia la falta de compromiso moral que los y las adolescentes que no lo hacen. En el presente estudio, se examinaron los roles de acoso y victimización en relación con mecanismos específicos de desvinculación moral, lo que permitió una evaluación sólida del papel de la falta de compromiso moral en el acoso entre adolescentes.

Estos resultados sugieren que la falta de compromiso moral desempeña un papel clave en la perpetración del acoso para los y las adolescentes con mayor implicación en la violencia. Dado que numerosos estudios sólidos y meta-análisis demuestran que muchas intervenciones anti-bullying son ineficaces o, incluso, contraproducentes; el hallazgo de que la desvinculación moral puede ser un mecanismo común para los acosadores proporciona una nueva vía basada en la evidencia para mejorar la eficacia de los programas de prevención e intervención contra el acoso entre adolescentes. En concreto, se necesitan estrategias de intervención y prevención para abordar los mecanismos de desvinculación moral en general, pero con posibles componentes específicos que aborden los distintos modos de agresión intimidatoria. Por un lado, erradicar el acoso puede requerir la intervención en el daño potencial de lo que quienes agreden perciben como bromas inofensivas. Por otro, abordar el acoso entre acosadores que en algún momento han sido víctimas, puede ser más productivo si se centra en sus propias experiencias de victimización, acabando con la justificación moral y la culpabilización de las víctimas mediante el control de la ira, la resolución de conflictos, las habilidades sociales y las intervenciones para ayudar al alumnado a alcanzar sus objetivos sociales por otros medios.

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