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Alex Mukuka, CC BY-SA 4.0 , via Wikimedia Commons

Al menos 12 personas, incluyendo niñas y niños, fueron asesinados a través de los ataques con bombas en dos campos de desplazados en el este de Congo cerca de Goma, según la ONU como informa The Guardian.

La ONU condenó los ataques como graves violaciones de los derechos humanos y posibles crímenes de guerra. Los bombardeos ocurrieron en medio de una ofensiva de dos años por parte del grupo rebelde M23, empujando a miles de personas  a buscar refugio en Goma.

El grupo de ayuda Save The Children informó de docenas de heridos, predominantemente mujeres y niños, con un número de muertos no claro. El portavoz de la ONU confirmó 12 víctimas fatales y más de 20 heridos. El ejército congoleño culpó al M23, alegando vínculos con Ruanda, aunque el M23 negó su implicación, culpando en cambio a las fuerzas congoleñas. El presidente de Congo, Félix Tshisekedi, acortó su viaje europeo después de los bombardeos, acusando a Ruanda de apoyar al M23, una acusación que Ruanda niega. Los bombardeos, tras la captura de la ciudad minera de Rubaya por parte del M23, resaltan el conflicto en curso que agrava una de las peores crisis humanitarias del mundo en el este de Congo.

Sin duda atacar a los campos de personas refugiadas es saltarse las normas internacionales de protección a aquellas personas que buscan refugio y que hasta entonces sabían que en dichos campos al menos estarían a salvo de tiros y bombas, hasta el día de ayer.  En el momento que los acuerdos básicos de protección no son respetados, entramos en un terreno muy vulnerable no solo para las personas directas que está sufriendo este horror, sino también a nivel mundial.   Por ello debería ser clave la asunción de responsabilidades y el alto el fuego para poder construir de nuevo la paz. 

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