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En el debate anual sobre violencia sexual relacionada con conflictos, Danai Gurira, la Embajadora de Buena Voluntad de ONU Mujeres hizo un discurso memorable. En su intervención ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, reclamó a la comunidad internacional que reconozca la urgencia de imponer sanciones a los violadores que se aprovechan de estos contextos. 

Hasta que dejemos claro que hay consecuencias por la violación, consecuencias reales y serias, nunca conseguiremos cambiar el rumbo, declaró D. Gurira, insistiendo en la necesidad de abordar un problema que afecta desproporcionadamente a mujeres y niñas en zonas de guerra en todo el mundo. 

Además de la prevención la Embajadora, reclamaba que los violadores se enfrenten a repercusiones legales significativas ya que la impunidad que rodea los crímenes sexuales en este tipo de situaciones contribuye a perpetuar el ciclo de violencia y sufrimiento. Esto sólo se puede conseguir si la comunidad internacional se une con el fin de fortalecer los sistemas de justicia y garantizar que los perpetradores se enfrenten a juicios justos y condenas proporcionales a la gravedad de sus acciones. D. Gurira recordó, también, la importancia de apoyar a las víctimas, proporcionándoles acceso a servicios de salud, apoyo psicológico y medidas de protección. 

En este sentido, aún en demasiadas ocasiones oímos o leemos en algunos foros que las violaciones a mujeres y niñas en los conflictos son una estrategia de guerra y que históricamente formaba parte de la “conquista militar” de un territorio. Sin embargo, este es un argumento falso que cae por su propio peso cuando comprobamos que de la misma forma que hay personas que aprovechan estos contextos para violar y salir impunes, hay muchas otras incapaces de perpetrar y participar de tales crímenes ya sean civiles o militares. Estos argumentos que tanto nos confunden arraigan en teorías que justifican la violencia y lejos de ayudarnos, no han aportado mejoras sociales nunca.

La violencia sexual en conflictos no sólo causa sufrimiento individual, sino que además socava la paz y la estabilidad en las comunidades afectadas. Un obstáculo para el desarrollo sostenible que representa una grave vulneración de los DDHH. 

Las palabras de la Embajadora son un llamado urgente a la acción. Avanzar hacia un mundo más seguro y justo para todas las personas supone que deben aplicarse sanciones reales y efectivas para los violadores.

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