
El círculo de familiares (PCFF) es una destacada organización conjunta israelí-palestina, conformada por más de 600 familias afectadas por el conflicto en la región. Fundada en 1995 por el Sr. Yitzhak Frankenthal y un grupo de familias israelíes, su misión es promover la reconciliación y la paz a través del diálogo y la comprensión mutua.
La primera reunión entre familias palestinas y israelíes en duelo se llevó a cabo en 1998, marcando el inicio de una colaboración que busca prevenir el sufrimiento y fomentar la paz, el diálogo y el fin del conflicto. El PCFF sostiene que la reconciliación entre las naciones es esencial para alcanzar una paz sostenible, y por ello, emplea diversas estrategias educativas y de divulgación para difundir este mensaje.
Tal y como informan en su web, su iniciativa no es una campaña para la paz, sino que trabajan día y noche para construir la paz en un contexto muy adverso. Son en este momento otra de las iniciativas que fomentan la esperanza en la población.
Su llamado dice lo siguiente:
Expresamos nuestra más profunda y sincera condena por la violencia continua en la región. El implacable ciclo de conflicto ha infligido un dolor y sufrimiento inmensurables en vidas inocentes. Es un tiempo de gran tristeza, sabiendo que innumerables familias ahora llevan el peso del vacío en sus corazones y el peso abrumador del dolor debido a la trágica pérdida de sus seres queridos.
El costo de la violencia no se cuenta solo en números; se mide en sueños destrozados, potencial no realizado y vínculos irremplazables rotos por estas acciones horribles. Las víctimas, tanto visibles como invisibles, merecen nuestro apoyo inquebrantable y empatía mientras luchan con el profundo trauma infligido sobre ellos.
Es una verdad innegable que ha llegado el momento de cambiar la situación. Esta región ha soportado demasiado dolor, demasiada violencia y demasiadas lágrimas. Es un momento para que todas las partes involucradas reflexionen sobre la sinrazón de este conflicto continuo y reconozcan la humanidad compartida que nos une a todos.
Recordemos que la violencia engendra violencia y que la única manera de avanzar es a través del diálogo pacífico, la diplomacia y un compromiso con encontrar puntos en común. Es un llamado a la acción para líderes, comunidades e individuos por igual para buscar soluciones que prioricen la reconciliación, la justicia y la paz duradera.
También debemos reconocer el papel vital de la cooperación internacional y los esfuerzos humanitarios en aliviar el sufrimiento de aquellos afectados por el conflicto. La comunidad internacional debe permanecer unida en su determinación de apoyar el camino hacia la paz y la estabilidad de la región.
Si bien las palabras por sí solas no pueden sanar las heridas ni devolver las vidas perdidas, pueden servir como un recordatorio de nuestra responsabilidad colectiva de poner fin a este ciclo de violencia. Es nuestra responsabilidad trabajar incansablemente hacia un futuro donde la gente de esta región pueda vivir sin miedo, donde los niños puedan crecer en seguridad y donde las semillas de la esperanza puedan florecer.
Para concluir, reafirmemos nuestro compromiso con la paz, la empatía y la creencia de que un futuro mejor es posible. Es nuestro ferviente deseo que esta declaración sirva como testimonio de nuestra determinación compartida de poner fin a esta fea ocupación, la violencia y el sufrimiento que han aquejado a esta región durante demasiado tiempo.
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