Margaret Cavendish fue una de las primeras mujeres conocidas como scientific ladies, que surgieron en Inglaterra.        

Esta filósofa nació en Essex, en 1623. Su familia no le dio formación intelectual, ella misma se formó, y con la ayuda de su marido y cuñado profundizó en sus conocimientos de ciencia y filosofía. Fue la primera mujer que participó en una reunión de la Royal Society de Londres, ésta se había fundado en 1600, principalmente para fomentar las ciencias naturales. Es la academia más antigua del mundo.

Margaret Cavendish publicó ella misma sus propios libros con su propio nombre, una decisión muy atrevida en su época. Después de fallecer, su marido, que siempre admiró profundamente su pensamiento, publicó sus obras completas en 1679.

Para Margaret Cavendish la materia no es algo estático, fijo, que se presente ante la conciencia humana como un simple objeto, sino que es algo vivo y orgánico. Lo que Descartes había pensado como una dualidad, ella prefería entenderlo como una unidad.

En su filosofía no hay una materia inerte e irracional. Se imagina todas las cosas materiales como una unidad en la que las distintas partes se mantienen juntas. La mejor comparación de la naturaleza, tal como la entiende Margaret Cavendish, es la de un estado perfectamente ordenado, en el cual todos sus miembros se relacionan mediante la comunicación.

El ser humano es una mezcla de aspectos racionales y sensibles que están en movimiento constante. Los movimientos racionales son los activos, pero no por eso poseen un derecho natural a dominar las sensaciones: «puesto que entre las órdenes de lo racional y la subordinación de lo sensible hay más bien un acuerdo que una obligación». El papel de la comunicación vuelve a tener aquí un papel fundamental.

En su época no se la tomó en serio, más aún, se la marginó. Se recibió con desinterés su obra porque la convicción dominante en aquel tiempo era una visión del mundo que ponía en primer término los procesos mecánicos, una visión muy opuesta a la suya.

Margaret Cavendish fue una de las primeras teóricas y filósofas naturalistas que intentó plantear un tipo de ética ecológica. Cuando explicaba que el ser humano no posee derecho alguno a dominar la naturaleza, le instaba a ser humilde, a no ejercer de señor de la naturaleza y a considerar las propias leyes naturales.

 

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