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Que ni la posesión de inteligencia ni la de belleza son garantía de felicidad nos lo demuestra la biografía de Hedy Lamarr.

Nacida en Viena en 1914, es sabido que durante la Segunda Guerra Mundial desarrolló unas claves de encriptación que transmitían información a los aliados frente a los nazis y que pueden ser consideradas antecesoras de la tecnología Wi-Fi. Por lo demás, a su talento se unía una extraordinaria hermosura, atributo que la condujo a convertirse en una gran estrella de Hollywood. 

Para la meca del cine actuó en 32 películas entre 1938 y 1958, dos décadas en que brilló en todo el mundo como actriz cinematográfica. Fueron muchas películas, y hubo también muchos divorcios. Seis matrimonios fallidos, el último de los cuales se rompió en 1965. A cada nueva unión, Hedy Lamarr esperaba sin duda hallar el amor definitivo, a cada nuevo fracaso, la desolación. 

Tuvo tres hijos, pero los últimos años de su vida apenas se relacionó con nadie en su residencia de Altamonte Springs, Florida. Falleció el 9 de noviembre de 2000, a la edad de 85 años, sin que su desaparición despertara mundialmente notable interés. Talento y belleza efímeros, como los de cualquier vida, y en su caso, nulos para otorgar estabilidad y suficiente felicidad.

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