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Soy maestro de escuela y cuando empecé a trabajar, mis compañeros y compañeras con más experiencia, en los primeros días de clase me solían decir: “¿ya has conocido a X?” o “Cuando vayas a esa clase enseguida conocerás a X!” refiriéndose a aquellos alumnos que se comportan peor y se llevan toda la atención del profesorado.

Una situación similar sucede cuando mis alumnos actuales de primaria pasan al instituto y ven como los malotes de turno tienen a muchos de sus compañeros como seguidores incondicionales (bien por atracción o bien por coacción) y son el centro de atención cuando aparecen, chuleando a chicas y burlándose de los chicos majos pero inseguros, testigos silenciosos e incluso cómplices de la situación. 

Ya en el mundo adulto ocurren situaciones con paralelismos claros a las anteriores: Hay determinados entornos o contextos en los que aquellos “tíos” que se comportan de manera más agresiva y más dominante tienen más atención y preferencia que aquellos que tienen una actitud más respetuosa. Por ejemplo, al pedir copas en determinados bares exigiendo al camarero, una reclamación airada en un taller mecánico, o en determinadas conversaciones donde actitudes soberbias se llevan toda la atención. Seguro que nos vienen a la cabeza muchas de estas situaciones.

Estos ejemplos comparten la misma base de socialización, la de la atracción a la violencia, de la que hemos hablado en varios artículos y que está  presente en todas las franjas de edad y contextos, y que explica que, el discurso coercitivo dominante que nos socializa (de muchas formas distintas como estas que comentamos) le otorga un valor a la violencia que llegamos a  relacionar con aquello excitante y atractivo, y que influye en nuestros gustos hasta el punto que nos atraen las personas que tienen estas actitudes. En los ejemplos anteriores, los espectadores de estas actitudes chulescas, dotan de protagonismo y atractivo con su mirada a hombres con actitudes de Masculinidad Tradicional Dominante.

Sabemos que las Nuevas Masculinidades Alternativas, las NAM, son la única alternativa a la violencia, y que las otras dos, las masculinidades tradicionales, dominantes y oprimidas, son las dos caras de la misma moneda, son parte del problema. Por eso nos debemos preguntar ¿A quien queremos visibilizar? ¿A quien queremos convertir en protagonista?

Cuando conocí  las NAM y su aplicación en las aulas, entendí que el atractivo y el protagonismo lo ponen los espectadores y que, afinando un poco nuestra mirada, podemos  identificar y poner el foco en los chicos y hombres con actitudes NAM. Podemos visibilizar  aquellos alumnos que son solidarios y respetuosos, aquellos chicos que tratan bien a sus compañeras y compañeros y que brillan por su bondad, o podemos  dejar de lado o incluso ridiculizar las actitudes prepotentes y chulescas.

Los hombres con actitudes NAM, en nuestros entornos y relaciones, preferimos fijarnos en otras actitudes NAM, en otros chicos u hombres NAM, para seguir tejiendo la red y conseguir que se conviertan en referentes para nosotros y para otros chicos y hombres majos.

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