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World Health Organization (WHO)

La oficina regional de la Organización Mundial de la Salud en Europa en colaboración con la oficina de la región del Mediterráneo Oriental han unido sus esfuerzos para lanzar una iniciativa que tiene como objetivo mejorar las habilidades de los y las profesionales que atienden a las mujeres víctimas de violencia física y/o sexual.

El encuentro donde se desarrolló el proyecto fue en Túnez; a él asistieron 12 países de las dos regiones. La intención de la propuesta es capacitar a los y las especialistas de la salud con habilidades prácticas para responder a la violencia contras las mujeres.
Este grupo de expertos de la salud, supone a menudo, el primer colectivo que recibe y atiende a las víctimas por lo que el apoyo y la atención médica y psicológica ofrecida en ese delicado momento es crucial. Es por ello que las intervenciones directas o indirectas deben de estar fundamentadas en las mejores prácticas para alcanzar resultados exitosos y/o minimizar las trágicas secuelas a las que posteriormente se tendrán que enfrentar las víctimas. Al mismo tiempo, dicha formación supone también un espacio para compartir experiencias y extender redes de colaboración entre sus participantes.

El proyecto de colaboración se basó en la publicación de la OMS titulada “Fortalecimiento de los sistemas de salud para responder a las mujeres que sufren violencia de pareja o violencia sexual. Manual para gerentes de salud”. En dicho manual de acción se propone a los gobiernos y a otros asociados nacionales e internacionales a que adopten medidas organizadas en cuatro líneas estratégicas:

1) Fortalecer el liderazgo y la gobernanza del sistema de salud. Entre los ejes a trabajar destacan: crear consciencia sobre la necesidad de una respuesta del sistema de salud sobre la mujer y generar voluntad política para un cambio en el sistema de salud analizando la situación para después elaborar un plan de acción concreto acorde a las necesidades observadas.

   

2) Fortalecer la prestación de servicios de salud y la capacidad de respuesta del personal de salud. Uno de los objetivos es mejorar la prestación de servicios así como fortalecer al personal de salud no solo en cantidad sino empoderándolo al ofrecerle una formación de calidad para detectar y responder las diversas situaciones de violencia. También es necesario incrementar la infraestructura y la disponibilidad de suministros (equipos de exploración, productos de laboratorio o medicamentos específicos, entre otros).

3) Mejorar la programación para prevenir la violencia formulando políticas con medidas gubernamentales y un marco jurídico que legisle a favor de las víctimas, así como destinar una financiación con un amplio presupuesto acorde a las necesidades reales. Para ello se necesita coordinar a los diferentes sectores e involucrar a las comunidades.

4) Mejorar la información y las pruebas científicas. Se trata de coordinar un proceso de evaluación que permita recoger y usar datos, dar seguimiento para extender y replicar los resultados con el fin de lograr una repercusión a nivel nacional.

Las cifras de mujeres que han experimentado violencia física y/o sexual por parte de su pareja o violencia sexual fuera de su pareja (o ambas) a lo largo de su vida, son escalofriantes: “solo en la Región Europea de OMS, 1 de cada 4 mujeres entre 15 y 49 años” la han sufrido. Queda pues, más que justificada, la urgencia de seguir trabajando para conseguir que ese porcentaje disminuya.

Las investigaciones nos relatan que la respuesta para frenar esta lacra social ha de ser multisectorial desde el ámbito político, educativo, social y también desde la salud.

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