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En los últimos años, los esfuerzos para erradicar la violencia de género en entornos académicos han tomado protagonismo. Sin embargo, un oscuro fenómeno emerge: la supresión de las voces de las víctimas por aquellas en posiciones de liderazgo en algunas Unidades de Igualdad. Estas unidades, diseñadas para fomentar la equidad y abordar la violencia de género, enfrentan un desafío interno alarmante.

El movimiento MeToo Universidad ha recogido intentos sistemáticos de silenciar a las víctimas por parte de algunas personas de algunas Unidades de Igualdad, quienes, en lugar de abogar por la justicia, perpetúan un ciclo de impunidad. Este fenómeno, lejos de ser aislado, plantea preguntas sobre la eficacia y la integridad de estas unidades.

Los casos revelan patrones de complicidad y encubrimiento, donde las víctimas son desestimadas o se enfrentan a represalias cuando buscan apoyo. Este problema no solo socava la confianza en las instituciones encargadas de abordar la violencia de género, sino que también perpetúa una cultura de silencio y miedo.

Existe una urgente necesidad de una revisión profunda de las prácticas en algunas Unidades de Igualdad. La transparencia, la rendición de cuentas y el empoderamiento de las víctimas y el apoyo a quien las apoya deben convertirse en pilares fundamentales para garantizar que estas unidades cumplan efectivamente su misión y contribuyan a la erradicación de la violencia de género en entornos académicos.

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