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Dos amigas, una de las cuales ha de resistir el dolor y la envidia que le causa el éxito de la otra. Así se escenifica en una película holandesa poco exhibida y a penas comentada titulada “Solo queda la danza”. Dos jóvenes bailarinas, Irma y Olga, se someten a una selección promovida por el Ballet Nacional Holandés, y al ser elegida Olga, su amiga sufre no solo una gran decepción sino que debe luchar contra unos celos incontenibles.

Excelente film dirigido a la vez por una mujer, Dana Nechushtan, que invita a disfrutar con los espacios de ballet, por un lado, y que nos ofrece por otro un interesante argumento de éxitos, fracasos, resquemor y amistad. Todo ello sin caer en giros fáciles, como cuando con el descarrilamiento de Olga, perdida en los excesos nocturnos de Ámsterdam, esta no es sustituida por Irma sino por otra bailarina. Y creo que no hago spoiler puesto que no menciono el desenlace.

Si cabe remarcar el buen hacer de la directora y de las dos actrices principales al exponer cinematográficamente una historia conmovedora, el principal bagaje del relato consiste en desplegar como Irma, pese a la envidia que su amiga le suscita, en momento alguno deja de protegerla y quererla. Una hermosa historia de amistad femenina en manos de tres talentosas mujeres. 

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