Este artículo, The Best of Times, the Worst of Times: “Best Practices” for Survivor Support and Gender Violence Prevention Education on College Campuses, informa sobre un proyecto de cinco años (2015-2020) para proporcionar un enfoque sistémico en todo el campus para el apoyo a los supervivientes y la educación en prevención de la violencia de género en una gran universidad norteamericana por parte de un equipo de educadores en prevención de la violencia, expertos en desarrollo de programas profesionales y defensores de las víctimas (lo que se traduce como “victim advocates”).
En un contexto de mucho debate sobre acoso sexual y apoyo a las víctimas, este artículo abarca tres ámbitos generales de interés. (1) El primero se refiere tanto a los éxitos como a los retos de ofrecer un programa de apoyo integral a las personas supervivientes en un campus que se está convirtiendo en un prototipo nacional para las universidades públicas. (2) El segundo ámbito describe el modelo de prevención de la violencia de género que constituye el núcleo de este proyecto, en particular su énfasis en el compromiso de los y las líderes a todos los niveles y en los enfoques del cambio de las normas culturales basados en el comportamiento de las personas bystanders (testigos), factores ambos fundamentales en la transformación organizativa. (3) El tercer ámbito examina algunas de las «lecciones aprendidas» sobre las mejores prácticas para aplicar un enfoque sistémico de apoyo a las personas supervivientes y educación para la prevención de la violencia de género, destacando las prácticas que han tenido éxito, así como las que han fallado y por qué.
Llevaron a cabo un «enfoque centrado en las supervivientes e informado sobre el trauma», que navegó por la complejidad institucional de la universidad apoyándose en una sólida asociación entre el campus y la comunidad. También pusieron sus esfuerzos en el desarrollo del liderazgo y la educación de las personas bystanders para los grupos clave del campus.
Encargados de desarrollar un plan de «mejores prácticas», las autoras y autores de este artículo informan sobre tres iniciativas generales:
1) la confianza en una sólida asociación entre el campus y la comunidad a través de un equipo como por ejemplo el “Equipo de Respuesta Comunitaria Coordinada” (Coordinated Community Response Team) y el compromiso con el profesorado y el personal;
2) un modelo de prevención de la violencia de género que se centra en el compromiso de liderazgo en todos los niveles de la organización, los enfoques de los bystanders para el cambio de las normas culturales y la justicia social; y los paradigmas de transformación de género considerados fundamentales a la hora de abordar estas cuestiones con personas de todas las identidades de género, incluidos hombres, mujeres y personas no binarias; y
3) un conjunto de prioridades que incluye el liderazgo organizativo, la atención a la sostenibilidad, una fuerte colaboración con el estudiantado y las personas socias de la comunidad, y la recopilación de datos en todas las etapas del proceso.
Las autoras y los autores de este articulo pretenden que su experiencia práctica pueda servir de guía a los campus que intenten llevar a cabo proyectos similares; situando sus observaciones y recomendaciones en el marco de la investigación científica y la práctica establecidas entorno a la misma.
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